Primera cosita: De lejos, lo más relevante que ha pasado esta semana ha sido la renovación del Logo del PP.

A mí me parece súper-chulo.
Será porque me recuerda un montón al de…

Los 4 fantásticos.
Más allá de las políticas de esta banda criminal organizada formación política, quiero reconocer el talento de la persona que ha diseñado el nuevo logo.
Y desde aquí quiero hacerle un nuevo encargo:

Diséñale una cara nueva a Alicia, haz el favor.
Segunda cosita: El 8 de Julio nació Movistar + y por el camino también se nos murió un poco Canal +. Reconozco que soy un nostálgico y tengo miedo al cambio, pero pasados los primeros días de asimilación de las dos plataformas dan ganas de volver atrás en el tiempo y que esa puta mierda absorción nunca se hubiera producido. Es increíble lo mucho que se tarda en crear una marca y lo poco que cuesta tirar por la borda años de trabajo asociados a la innovación, la calidad y el respeto al abonado. No quiero entrar en detalles, pero dan ganas de volver a nacionalizar Telefónica después de estar meses esperando ver Better Call Saul y darte cuenta que en el servicio VOD de Yomvi no están disponibles los subtítulos de esta y de muchas otras series. ¿De verdad creen en Movistar + que el espectador tipo que ve una serie sueca de robots como Real Humans quiere verla doblada?
Este no es el camino. Lo ponéis muy difícil. Así no.
Tercera cosita: Llevábamos tiempo haciéndonos miraditas en el gym. No en plan: que te como en la elíptica; pero sí: espero que tropieces en la cinta de correr para poder levantarte del suelo preguntándote si estás bien. Sin embargo no me había atrevido a acercarme a ella y ella tampoco parecía muy proclive a dar el primer paso. Por eso me extrañó un poco que esta semana se pusiera a pedalear a mi lado y me diera conversación. Me pareció muy maja, divertida e inteligente. Sintonizamos enseguida y quedamos para tomar algo después de ducharnos.
Estaba en la puerta del gym esperándola, asándome de calor, cuando la vi salir con el pelo húmedo. Se acercó a mí y me dijo las palabras que tanto tiempo llevaba esperando oír: ¿te parece si vamos a tu casa? Se me cayeron las llaves al suelo y respondí que sí, que claro, que cómo no, tras carraspear. Andamos casi en silencio, mirándonos a los ojos de manera furtiva, parecíamos dos adolescentes en celo que sabían lo que estaba a punto de suceder. Cuando llegamos a mi casa, le dije que si quería le preparaba la cena. Me dijo que ok y se puso debajo del chorro del aire acondicionado. Yo fui a la cocina a hacer mi plato estrella: pizza cuatro quesos de casa de tarradellas. Abrí una botella de vino y cenamos con una más que agradable conversación. Al terminar, todo su lenguaje corporal indicaba bienestar, relax y comodidad. Así pues, me dispuse a atacar. Me aproximé a ella con la intención de besarla. Y entonces, la muy hija de puta me hizo una cobra.
-What? -le pregunté.
-Tengo novio -me dijo ella.
-¿Y entonces todo esto?
-Entonces todo esto, nada…
-Pero, ¿todo este flirteo?
-Mira, estos días con el calor no puedo dormir por las noches y vi en tu instagram que te habías comprado un aire acondicionado. ¿Te importa que me quede a dormir en el sofá?
-No, no, tranquila, ya duermo yo en el sofá.
-Gracias, eres un amor -me dijo dándome un beso en la mejilla y retirándose a mi cuarto.
Y es por esto, mamá, que necesito que me prestes dinero para un sofá nuevo.
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