La noche que me encontré con Monstruo Espagueti

La primera vez que vi a Monstruo Espagueti me pareció una colgada. Dicen que la primera impresión es la que cuenta y en este caso fue así: acerté.

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http://monstruoespagueti.com/

Fue en la presentación en Madrid del libro La vida es corta y luego te mueres que escribí en colaboración con Lyona. Yo no la conocía de nada, ni tampoco había leído nada suyo. Se acercó a regalarnos su libro con una actitud quizás «demasiado entusiasta». Nos dijo que lo que hacíamos tenía cierta similitud de tono y que era posible que nos gustara. Como soy medio catalán de adopción y sé los pocos libros que en las editoriales entregan a los autores pensé que quizás aquel regalo era un dispendio excesivo, pero no le dije nada y lo acepté.

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El caso es que devoré su libro de una tacada en el Ave a Barcelona. Al terminarlo, Anastasia ya no sólo me pareció una colgada, sino que me pareció una colgada brillante y extraordinariamente talentosa. Poco a poco, empecé a seguirla por sus redes sociales dónde cuelga sus historias, dibujos e ideas, y empezó a ocurrir algo que me ocurre muy pocas pocas veces: Monstruo Espagueti siempre daba en el clavo con un pensamiento o una idea acerca de un tema -que yo sabía que tenía dentro- pero que habría sido incapaz de expresar de una forma tan genial, original, divertida e irreverente.

Cuando encuentras a una artista así, que te da incluso hasta un poco de rabia por lo buena que es la hija de puta,no puedes más que seguirla, darle Me gustas, RT y corazones, y compartir todo lo que hace todo el rato.

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La noche que me encontré con Monstruo Espagueti había salido a cenar con unos amigos por el Raval. La vi en la calle Joaquim Costa y me acerqué a ella con quizás «excesivo entusiasmo». De manera atropellada le dije que me encantaba lo que hacía y que me alegraba mucho de que le fueran bien las cosas y añadí: «soy un huge fan» (sí, lo dije así). Noté que la abordé un poco demasiado alterado, casi como si fuera un poco la clase de fan que interpreta Kathy Bates en Misery. Noté su incomodidad cuando farfulló algo así como: “ya, esto es lo que suele pasar en las redes sociales”.

Me sentí un poco bobo, porque sé que pensó: «mira este tío, menudo colgado».

Después estuve reflexionando acerca de todo esto. Sigo a Monstruo Espagueti desde hace ya casi dos años y lo hago desde casa, en pijama, desde mi Macbook Pro, desde mi smartphone, en la intimidad de mi hogar… Es decir, para mí, lo que cuelga Anastasia en sus redes es importante, es bonito, me hace feliz, cada día se cuela en mi vida, en mi rutina, pero ella eso no lo sabe… Porque las redes sociales creemos que son multidireccionales, pero algunas veces son bidireccionales y casi siempre son unidireccionales.

Pensé que tenía que escribir sobre ello. Sobre lo que significa para nosotros el trabajo de algunos artistas y lo muy cerca y muy lejos que estamos los unos de los otros. No sé si tengo una opinión sobre todo esto, pero creo que merece una reflexión.

Estoy esperando que la dibuje Anastasia, seguro que será brillante.

PD: Le escribí a Anastasia pidiéndole permiso para escribir este texto; y aquí tenéis su respuesta.

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¿Qué vas a hacer con eso si no lo usas?

Todo empezó con este tuit de Carlos G. Miranda:

…gracias Carlos por hacer mi vida aún más miserable.

Fue en la Atapuerca de internet, cuando Llucía Ramis nos habló del peligro del Egosurfing. Allá por los 2000 empezamos a googlearnos a nosotros mismos y entendimos que era una búsqueda de nuestra identidad. Aún desconocíamos que en el futuro tendríamos no una identidad (la real), sino dos (la virtual) e incluso los hay que tienen muchas más: la real, la virtual, la virtual oficial, la virtual para amigos, y cada una asociada a una red social determinada porque cada una sirve para una cosa distinta. Con el paso del tiempo, todos sabemos ya que las identidades virtuales son  mucho más importantes que la identidad real. De la misma manera que sabemos que nuestros hijos tarde o temprano no sólo nos googlearán a nosotros para saber qué clase de tipos infames fueron sus padres, sino que se googlearán a sí mismos, cerrando el círculo del Ego.

Creíamos haber inventado todas las enfermedades asociadas a la vida moderna. Sin embargo hacía falta una aplicación que asociara las dos cosas que mueven el mundo: el Ego y el capitalismo. ¿Cómo? Con una app que respondiera rápidamente 8,50 a la pregunta: ¿cuánto vale nuestro ego?

En estos tiempos, la verdadera reseña es la que escribe el propietario del libro que quiere deshacerse de ti y te promociona subiéndote a Wallapop:

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Primera Temporada, bastante interesante.

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Un libro de segunda mano vale más si no te lo has leído.

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Detalla que ha sido usado una sola vez pero, ¿qué garantías tenemos?

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¿Qué frases habrá subrayado? Es como un easter egg del usuario.

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Porque todas las chicas besan por navidad.

Los objetos usados son la segunda división del capitalismo y tarde o temprano, todos acabamos en la compra-venta de mercancia de segunda mano. No obstante, lo mejor que le puede pasar a un libro es ser leído. Quizás el capitalismo es excepcional para que se muevan las divisas pero no tanto si lo que se trata es de que se mueva el conocimiento. Para que un libro alcance todo su potencial debe ser usado. Es necesario prestarlos, dejarlos, que viajen, que sean subrayados, tachados y usados cuántas más veces mejor. Un libro usado es un libro mejor. ¿Por qué no creamos un uber de los libros sin ánimo de lucro? Una app con geo-localización dónde compartir libros ya leídos y usados, sin que el dinero se inmiscuya. ¿O estamos todos demasiado ocupados moviendo divisas?

Sólo tres cositas (de Sant Jordi)

Primera cosita: Estamos a dos Sant Jordis de que haya más autores que lectores. No es una queja a la industria editorial, en absoluto; dios sabe que no estaría en este grupo selecto si en los últimos años no se hubiera adoptado una política de maga ancha y maricón el último. Pero id pensando que es muy probable que en el futuro las colas no sean de lectores, si no de autores relevándose para firmar en sus stands.

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Sustituye DJ por autor literario, al fin y al cabo es un oficio muy parecido.

Segunda cosita: La mejor anécdota que vivimos en este Sant Jordi pasó a las 20:05 de la tarde en Passeig de Gràcia, en la paradeta el stand de La Casa del Llibre. Lyona y yo descubrimos un truco (que no os voy a contar) para agrandar nuestra cola de manera artificial. Esto hizo que el autor que venía detrás nuestro, gruñera o gruñese ya que no pudo firmar  a sus fans. Después de gruñir y observar que nuestra cola no iba a desaparecer por más que quisiera, se colocó dos sillas más allá, muy digno él. Creíamos que ya lo habíamos visto todo, que ya nos podíamos morir, pero no. Fue mucho más guay cuando escuchamos el siguiente diálogo entre el autor y un fan:

-Me gusta mucho como escribes.

-Muchas gracias.

-Me he descargado todos tus libros, ¿me firmas el ipad?

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Sí, amigos, el autor que firma ipads es este señor.

Tercera cosita: El día de Sant Jordi, Barcelona es la ciudad más bonita del mundo después de Castelló en les festes de la magdalena con sus gayatas, en serio tenéis que verlo es inenarrable, l’eixample respira fiesta, cultura, amor. Es un día festivo en el que se trabaja y los autores tienen que solicitar uno de sus días de libre disposición para poder encontrarse con sus lectores y firmarles sus libros. La ciudad se pone muy puta engalana y fiestea, se nota que es primavera y los plataners empiezan a jodernos la vida a los alérgicos. ¿Quién fue el hijo de puta que se le ocurrió plantar los plataners? ¿Cuántos alcaldes han mantenido esta semilla del mal en la ciudad? ¿Cuánto tiempo piensan hacer durar esta puta broma? Ahora que vienen elecciones, exigimos saber qué grupo político lleva en su programa electoral la siguiente propuesta: cortar todos los plataners de la ciudad y hacer libros con ellos para el próximo Sant Jordi.

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Si quisiéramos morir, viviríamos en la naturaleza.

PD-cosita: Muchas gracias por venir a hacernos compañía y a que Lyona y yo os firmáramos La vida es corta y luego te mueres y todos nuestros otros libros (los 107 que sumamos juntos). Fue muy emocionante, en serio.

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Nos lo pasamos muy chachi.

Sólo tres cositas-VII

Primera cosita: Una de mis palabras favoritas es: Colofón.

No he encontrado ninguna imagen que ilustre la palabra colofón, así que disfrutemos del MVP de la regular season.

Colofón es una palabra difícil de utilizar. Una persona normal no suele encontrar demasiadas ocasiones en las que poder decirla. Sin embargo, todo cambia cuando esa personal normal consigue un trabajo como periodista deportivo. A partir de ese momento, su vida cotidiana gira dramáticamente y siempre es un buen momento para el uso de la palabra colofón, generalmente antecedida del «y como».

Suelo utilizar la palabra colofón en frases como estas:

«No vayas a esa discoteca, te ponen whisky de colofón«.

«Anoche llegué con un buen colofón«.

«No, gracias, no me interesa ninguna línea adicional de colofón«.

Segunda cosita: El mes pasado estuve en Madrid con Lyona, presentando nuestro libro La vida es corta y luego te mueres. Joaquín Reyes, un tipo magnífico, inteligente, culto y ya sabéis todos que muy gracioso, nos acompañó en la librería Panta Rhei. A media presentación interpeló a la gente que preguntándoles cuántos de los que estaban allí habían escrito dos novelas. Nadie respondió. De todos los asistentes, yo era el único. Entonces me di cuenta de algo: soy especial. He escrito dos novelas, eso es algo que muy poca gente ha hecho. En realidad, yo era el único en aquella librería. A veces se me olvida lo guay que soy, pensé. Joaquín me lo recordó. Después al salir, tras las firmas de los libros, estuve buscando mis dos novelas… No había un sólo ejemplar. Al marcharme miré en el interior de la librería repleta de libros y de novelas y me di cuenta de que no, yo no era el único que había escritos dos novelas en aquel lugar.

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Yo en el momento de pensar que soy guay (gracias a @EnElAiribers por la foto).

Tercera cosita: Me encanta ir al Consum. Me encanta su variedad de productos. El orden de los pasillos perfectamente alineados en una simetría cuadriculada. Me recuerda a l’Eixample. Hace que me sienta como en una recreación de Barcelona con forma de súper. Además no tienen la mala costumbre de otros centros comerciales (como la Fnac) de ir cambiando cada poco la ubicación de sus productos. La pescadería está dónde siempre. Los productos de limpieza donde tocan. La charcutería en su sitio. Consum me queda al ladito de casa y es un gran súper en el que pasar la tarde. La única cosa que no entiendo es porque hay un millón de carros grandes (de estos que tienes que poner un euro) y tan pocos carritos pequeños. El otro día casi me cargo a una vieja, peleándonos por el último carrito, menos mal que la cámara de seguridad se quedó sin cinta.

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-Chicos, hay otra iaia muerta.