Hoy he soñado…

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-25 de julio:

Hoy he soñado con un laberinto.

Era un laberinto formado por varios laberintos. Era boscoso y juguetón como el laberinto de «La huella»; musical y ochentero como el de «Dentro del Laberinto»; terrorífico como el de «El Resplandor»; pero sobre todo se parecía a la biblioteca laberíntica de «El nombre de la Rosa». Siempre me fascinó que uno se pudiera perder entre tanto conocimiento, entre tanto libro. Era una metáfora clara y contundente: no siempre la verdad te hace libre.

Hay una escena (tanto en el libro como en la película) en que Guillermo de Baskerville y Adso intentan encontrar la salida de la biblioteca. Guillermo trata de recordar la solución teórica a la salida de un laberinto, una formulación que había leído alguna vez en alguno de sus amados libros. Adso le interrumpe con una formulación práctica: desde que entraron en la biblioteca-laberinto ha deshecho un ovillo de lana. Sólo tienen que tirar del cordel para volver sobre sus pasos y encontrar la salida.
-Muy bien muchacho -le responde Guillermo satisfecho- tu educación clásica nos viene de perlas.

A veces buscamos soluciones teóricas, cuando en realidad necesitamos soluciones prácticas. Y la solución práctica cuando sueñas con un laberinto es reconocer que estás perdido.

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-26 de julio: 

Hoy he soñado con una habitación de hotel.

Subía una a una las diecisiete plantas del edificio y en todas comprobaba que el ascensor no funcionaba. Al llegar a mi habitación la puerta estaba sospechosamente abierta y he tenido la sensación de un peligro inminente. Todo estaba por en medio y la mi maleta había sido registrada. Desenfundé mi pistola con silenciador en cuanto llamaron a la puerta: era el servicio de habitaciones que me traían una cena que no había pedido.

De repente, una ventana se abrió y mi nueva novela salió disparada volando… pero antes de desperdigarse por la ventana, cogí todos y cada uno de los folios, en una maniobra arriesgada que casi me hizo caer desde una gran altura.

Agarré los papeles, producto de mi último año de trabajo y me los llevé al pecho. Pensé que, como el sueño, quizás era una obra demasiado compleja y confusa, y que abordaba demasiados temas porque así son los tiempos que nos ha tocado vivir…

Con la ventana abierta de par en par y la brisa golpeándome en la cara, he pensado que mi próximo libro será más sencillo, y he pensado también, que no lo expondré a las alturas de una habitación de hotel en la planta diecisiete.

-27 de julio: 

Hoy he olvidado lo que he soñado.

Cuando me he despertado, todavía tenía el sueño fresco atrapado en mí. Recuerdo haber pensado: «qué bonito, qué ganas de escribirlo y compartirlo». Rápidamente, me han venido a la cabeza todas y cada una de las obligaciones que tenía en el día de hoy, como si fueran las gotas constantes de una lluvia de verano. Me he levantado de un salto y he desayunado; me he duchado, me he vestido, he rellenado de pienso el cuenco de Mia, he leído un par de artículos y de posts; y cuando por fin he querido compartir el sueño me he dado cuenta de que me había olvidado de anotar lo que ocurría en él. Y el sueño ya no era fresco ni lo tenía atrapado en mí.

Los sueños son así, de una impresión tan real y vívida que uno parece que puede seguir viviendo en ellos para siempre, pero a medida que la realidad avanza con su peso implacable hacen que poco a poco se disuelvan hasta que uno termina por olvidarse de ellos.

No sé qué es lo que ocurría en mi sueño, sólo sé que era algo bonito que ha caído en un inevitable y eterno olvido…

 

-28 de julio:

Hoy me he despertado con Cocaine Blues.

Como cada mañana los primeros versos de Cocaine blues de Johny Cash me han despertado: «Early one mornin’ while makin’ the rounds, I took a shot of cocaine and I shot my woman down». Es la canción que ahora tengo en el despertador.

Cada cierto tiempo voy cambiándola por dos motivos: el primero y fundamental para no terminar odiando una canción determinada; y el segundo, para que la canción escogida me dé la clase de estímulo que necesito para levantarme de la cama. Johny Cash es una opción segura.

Ayer terminé a las diez de la noche un trabajo que me ha tenido ocupado durante las últimas semanas y empiezo oficialmente unas semi-vacaciones, porque todavía tengo trabajo en otro sitio, aunque un poco más relajado.

Sin embargo, se me olvidó quitar la alarma del despertador. Me pregunto el porqué. Quizás Johny Cash tenga la respuesta a tantos olvidos voluntarios.

-29 de julio:

Hoy he soñado con otra.

Sí, Rosario. Otra que no eras tú ha venido a mis sueños y se ha metido en mi cama después de cenar, o bailar, o beber… o yo que sé, se me ha olvidado. Quizás porque fuera poco interesante, quizás porque lo que hicimos después sí lo fue. No sé si me explico, Rosario. No quiero ser esa clase de hombres que dan ultimátums del tipo: si no ocupas tu lugar en mis sueños, otra lo hará; aunque esta noche, otra lo ha hecho.

Y sí, ha estado bien, para qué nos vamos a engañar, porque en mis sueños siempre está bien, sólo faltaría. Pero si te soy sincero preferiría que hubieras sido tú, que juntos nos lo hubiéramos pasado muy bien, y que después de hacer el amor hubiéramos hablado como hablan los amantes en la cama sobre las cosas que hablan los amantes: Bernie Sanders, el cine, y la cantidad de hijos que queremos tener juntos.

Para mí, Rosario, lo de esta noche no ha significado nada, seguro que has aparecido en sueños de otros hombres y no por ello me cortaré las venas, los dos somos adultos.

Sigo esperándote en mis sueños, querida Rosario. No tardes…

*Cada mañana publico un sueño en mi facebook.

Sólo tres cositas-XI

Primera cosita: En ocasiones me gusta ir a las bibliotecas. Suelo ir con el firme propósito de documentarme para algún texto que estoy escribiendo, pero en realidad todo lo que puedo encontrar allí ya está en Internet. Lo que realmente me gusta de las bibliotecas es el sonido. Ese silencio respetuoso, ese hablar bajito, no tanto para no molestar como para que no parezca que lo que dices no está a la altura del silencio. Sin embargo el otro día me encontré a dos señores hablando en voz baja mientras leían un MARCA periódico deportivo. Hablaban de la Final de la Champions que ganó anoche el Barça. Discutían, no sobre el partido, sino sobre si era legítimo estar en una biblioteca hablando de fútbol y si los periódicos deportivos merecían tener un espacio en las mesas de lectura. En definitiva, se debatían apasionadamente y en voz baja sobre una gran cuestión: ¿es el fútbol cultura?

Uno de ellos no lo tenía demasiado claro, y fue a buscar el diccionario de la RAE donde definen la cultura como «conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo«.

-Según la RAE, por tanto, el fútbol no debería ser cultura, a esos chicos les dan un balón con doce años y los apartan de la lectura, el estudio y el trabajo -dijo. El otro respondía: «sí, pero leen los partidos, estudian a los rivales, y trabajan todos los días en sesiones dobles de entrenamiento». Argumentaba incluso, que a veces, el fútbol podía ser un arte. Messi, decía. Messi, apostillaba. Su compañero argumentó, de manera definitiva, que Velázquez, Goya, Schopenhauer, Kafka, Spielberg, o Beethoven nunca hicieron el pena de esta guisa:

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El fútbol es cultura. Las ruas no. 

Segunda cosita: Lo que seguro que es cultura CULTURA es el primer largometraje como guionista y directora de la actriz Leticia Dolera: Requisitos para ser una persona normal. Se estrenó el pasado jueves y es una historia deliciosa, muy bien narrada, sobre las cosas que necesitamos para ser felices y las que no. Todo en la película es un homenaje al ser humano, a nuestras complejidades emocionales, a nuestras contradicciones y a conocerse a uno mismo para saber qué es lo que realmente necesitamos para estar a gusto con lo que somos y podemos llegar a ser. La peli tiene un feel good contagioso y está ejecutada con maestría. El guión está lleno de inteligencia, la puesta en escena es sobria y buen rollera al mismo tiempo, y no hay un sólo actor que no esté tremendo. En especial, Miki Esparbé que va haciendo números para dejar de ser nuestro amigo porque tiene la agenda tan ocupada bordando los mejores papeles de nuestra ficción que ya no tiene tiempo de leerse ese texto que has escrito para él. Ya ni hablemos de quedar para tomarse unas cañas.

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Esto sí es CULTURA.

Tercera cosita: No me gustaría estar en el pellejo del director creativo de la agencia de publicidad que lleva a esta marca:

A que acojona.

Sólo tres cositas-X

Primera cosita: El otro día me apetecía pizza. Y lo mejor de todo es que el grupo de gente con el que estaba tomando una cerveza en una terraza barcelonesa, también les apetecía cenar una buena pizza. No sé qué tiene la pizza que a todos pone de acuerdo: siempre apetece pizza. El problema empezó cuando alguien dijo de ir a un sitio, otro comentó de un lugar del que le habían hablado muy bien, incluso yo metí cizaña aportando mi restaurante italiano favorito. Empezamos entonces una espiral del dolor y el hambre en que el tiempo se detuvo (pero nuestras tripas no) y no nos poníamos de acuerdo en dónde ir a cenar. Entonces, como por arte de magia levanté la voz y dije: «vamos a ir dónde os he dicho, es la mejor pizza de Barcelona«.

De repente, todos callaron. Empezaron a sacar su dinero para pagar las cañas y empezamos a desfilar como si fuésemos zombis hacia ese lugar dónde según mi opinión hacen las mejores pizzas de Barcelona. Nadie dudó ni un instante de que fuera el mejor lugar, pero yo era muy consciente de que NO tenía la certeza de que lo fuera. Aunque me gusta mucho la pizza, no he ido a todos los lugares de la ciudad donde la sirven. Y aunque así fuera, imaginemos por un momento que dedicara todo mi tiempo libre a probar todos los establecimientos de Barcelona donde tienen pizza en la carta o el menú, siempre me quedaría la duda de si en las casas privadas de mis conciudadanos se cocina una pizza mejor. La fórmula: «la mejor de Barcelona» es un hechizo mágico que sirve para terminar cualquier discusión que se alarga demasiado. Es un truco de mago barato, inapropiado y de indecente uso. Pido perdón por utilizarlo y espero que mis amigos no me lo tengan en cuenta en un futuro.

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Lo siento, tenía hambre.

Segunda cosita: La primera temporada de The Americans supuso una sorpresa. La segunda temporada fue la de la consolidación. La tercera temporada la ha colocado en la cumbre de las series que actualmente están en emisión. Su densidad emocional, el buen pulso que tienen sus tramas, las dobles caras y vuelcos de identidades, los recursos propios del género de espías, la riqueza de los personajes, y la familia como metáfora del espionaje -siempre cargada de secretos y mentiras- conforman una serie que entretiene y consigue hacer un repaso histórico por un periodo político cercano y al mismo tiempo lejano. Ahora que nos vamos quedando huérfanos de series que se despiden, The Americans ha venido como un relevo sofisticado e inteligente para que no nos sintamos tan solos.

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The Americans se emite en Fox.

Tercera cosita: Tras cenar pizza me sentí gordo y culpable, ergo fui al gimnasio. Mientras me calzaba las zapatillas y me quitaba el rímel escuché una conversación entre dos chicos muy normales, con estudios, nada canis:

-¿Sabes si practicar sexo antes de hacer ejercicio es bueno o malo para el rendimiento deportivo posterior?

-Depende de si es aeróbico o anaeróbico.

-Claro.

La respuesta me dejó muy gilipollas. ¿Como que depende de si es aeróbico o anaeróbico? O sea, pero qué hostia tenéis,  ¿cómo es posible que os importe más el rendimiento deportivo posterior que practicar sexo? Y por último, ¿a qué se referían con lo de que depende si es aeróbico o anaeróbico: a la práctica deportiva o a la sesión de sexo?

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Reflexionemos.

Sólo tres cositas-IX

Primera cosita: Se ha terminado Mad Men. Si este fuera un blog de análisis y debate sobre ficción televisiva os explicaría un montón de cosas acerca de por qué Mad Men ha marcado un antes y un después en la narración seriada contemporánea. Podríamos incluso reírnos de la cantidad de chorradas que ha publicado la crítica televisiva estos días, quedando bien retratadita. Podríamos hablar -sin hacer spoiler- del último capítulo. Y quizás todo lo que diríamos es lo que Weiner ya nos dijo en el capítulo piloto: esta es una serie sobre capitalismo, sobre publicidad, sobre estos locos hijos de puta en un período determinado, pero también es una serie sobre nuestros padres. Se ha ido Mad Men y esta semana me he sentido muy nostálgico y triste porque sí, esta es una época de nuestras vidas que se ha terminado para siempre.

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Bye, bye, daddy.

Segunda cosita: No suelo ir en metro. Apenas salgo de mi barrio, porque en Sant Antoni tenemos de todo: cafeterías, librerías, cines, terrazas con hipsters, terrazas sin hipsters, fábricas de cerveza, y chicas bonitas. Por tener, tenemos hasta peluquerías asiáticas donde te dejan las uñas de los pies preciosas y felices. No necesito salir de Sant Antoni, todo lo que me interesa del mundo se encuentra aquí. Cuando me veo obligado, me suelo moverme en moto, así que no piso el metro desde hace décadas. Pero el otro día, me vi obligado a salir de mi zona de confort y cogerlo para volver a casa, ¡qué aventuras te depara la vida! Siempre me ha flipado todo lo que son los agujeros en la tierra para que pasen medios de transporte. Es algo que me parece fascinante. El metro en sí como concepto me parece lo más: ¿un tren por debajo de nuestras calles? ¡Esto es el puto futuro, amigos! A veces se me nota mucho que soy de provincias. Eso sí, tanto futuro, tanta modernidad, tanto trasporte público de masas y ¿os habéis dado cuenta de las pintas que lleváis en el metro?

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Superhéroes yendo a votar.

Tercera cosita: Ayer estuve reflexionando todo el día, como buen ciudadano que soy. Hoy voy a ejercer libremente y sin coacciones mi derecho al voto. Sois mayorcitos y sé que venís reflexionados de casa, así que sólo os recordaré que ejerzáis vuestro derecho al voto con moderación y radicalidad. Espero que disfrutéis del día de votación. En casa tenemos una costumbre/tradición familiar que consiste en poner la tele y cada vez que algún periodista dice la fiesta de la democracia, nos tomamos un chupito. Si no salen los tuyos (porque esto es así, se ha convertido en un deporte de los míos contra los tuyos, los suyos y los de más allá) al menos te pillas una buena.

Yo voy a votar a un/a candidato/a a alcalde/sa de Barcelona que nos robe poco, no nos trate como a idiotas, cuide de nosotros erradique a los turistas y que al menos, cada vez que hable no me haga recordar a los Monty Python.

Jo visc a Bagcelona.

Sólo tres cositas-VIII

Primera cosita: Esta mañana me he encontrado 10 euros en el portal de mi casa.

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Estos son los 10 euros que me he encontrado, pero el suelo (negro, muy sufrido) es el de mi casa y no del portal, que no era plan de hacer la foto ahí con los turistas pululando.

Reconozco que he exclamado en voz alta: ¡hostia, diez euros! Luego, me he agachado y con cierto cuidado por si se tratara de alguna broma, lo he cogido entre mis dedos, lo he palpado y he notado al tacto que eran 10 euros auténticos. Me da cierto pudor y me cuesta mucho reconocer que he sentido un regocijo interior, cierta alegría, un subidón de euforia contenida. Acto seguido, le he enviado un whatsapp a un colega para decirle: «Tío, ¿sabes qué? Me acabo de encontrar 10 euros». ‘Ha tardado un poco en responder porque anoche estuvo de jarana, pero al rato me ha contestado: «pues invítate a algo, nen».

Y esto me ha hecho sentir terriblemente mal. Alguien ha perdido 10 euros, alguien ha estado trabajando durante x tiempo de su vida para ganar ese dinero. Quizás ha estado repartiendo cartas de amor por los buzones, quizás cocinaba animales domésticos en un restaurante vietnamita, quizás simplemente enseñaba a nuestros hijos los métodos de seducción femeninos en el período neolítico. Esos 10 euros son una porción de su vida en papel moneda.

Por todo ello, espero que la persona que ha perdido los 10 euros en el portal de mi casa se ponga en contacto conmigo de la forma que estime más oportuna y prometo devolvérselos en su integridad.

Así que, amigos: ¿alguien ha perdido 10 euros?

Segunda cosita: Por primera vez estoy viendo Juego de Tronos (GOT para los idiotas modernos) capítulo a capítulo. Hasta ahora tenía la costumbre de grabar en mi iPlus los 13 episodios de cada temporada y vérmelos del tirón. Pero mira, La vida es corta y luego te mueres y hay que probar cosas distintas, hay que ser atrevido, hay que salir de la zona de confort. Así que me he lanzado (que estoy muy loco) y cada Lunes a la hora de cenar me veo un capítulo, semana tras semana.

Soy muy fan de Juego de Tronos, a pesar del absoluto puto lío en que se ha convertido cada vez que nombran a un personaje que no está en escena. Cada vez que dicen Petyr Baelish, Maestre Aemon, Roose Bolton, o el colmo total de que Khaleesi también se llama Daenerys Targaryen, Mia me mira y me pregunta con la mirada: ¿y este quién coño era?

Mia es mi gatita y es muy, muy, pero que muy lista para robar gomas del pelo de mujeres, pero en esto de seguir series se pierde un poco que es un puto felino no me jodas. Por tanto, creo que es el momento de que alguien invente el quién es quién de Juego de Tronos, una app en la que cada vez que se nombre un  personaje aparezca la foto del actor en la pantalla, porque al final, uno no sabe si está viendo Juego de Tronos en la tele o consultando la puta wikipedia.

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No tengo ninguna duda de que todas sabéis cómo se llama este personaje, bitches.

Tercera cosita: Ayer fui a ver a Zahara en concierto en la Sala Bikini de Barcelona en la gira de presentación de su tercer disco: Santa. Estuvo espléndida, preciosa, maravillosa, colosal… poco escotada para mi gusto, pero estaban sus padres, así que bien: recatada y santa. Si todavía no habéis comprado y escuchado su nuevo disco, no me interesáis en absoluto como personas a no ser que seáis productores de horchata, en ese caso os perdono todos vuestros pecados en esta vida y en la siguiente.

Zahara cantó unplugged desenchufada mi canción favorita del disco: Interior Noche e hizo magia: pidió a la gente que guardara silencio y, abracadabra, la gente se calló. Un gran consejo para maestros de escuela, si los niños se vuelven revoltosos ya sabéis el truco: tocad la guitarra y cantad como los ángeles una canción de despecho. También explicó en un monólogo soberbio y muy bufón la historia que hay detrás de Caída libre la canción más divertida del disco y que me pone muy, muy bailongo.

Os dejo con Crash, canción que lo peta mucho, muchísimo en directo.

«Sé que esto no va acabar nada bien».