Artista

El pasado sábado en La Sexta Noche Susana Díaz llamó a Pablo Iglesias “artista de la táctica política”. No fue la primera vez que la Presidenta de Andalucía le llamaba “artista”, ya lo hizo con anterioridad calificando sus habilidades negociadoras para formar gobierno:

Más allá de las disputas legítimas de unos y otros por el relato, me llamó la atención el uso despectivo de la palabra “artista”. Susana Díaz no la utilizó como un elogio y en ninguna de las cinco acepciones que recoge la RAE aparece el significado coloquial despreciativo que todos pudimos percibir.

Captura de pantalla 2016-05-04 a las 10.35.02

¿Por qué la palabra artista puede conllevar menosprecio? Hace un tiempo escuché a un amigo hablarme de otro en los siguientes términos: “fulanito hace vida de artista”. Se refería a que se acostaba tarde y se levantaba tarde, no cotizaba en la seguridad social y solía frecuentar todos los bares del mundo. ¿Es eso una vida de artista? ¿Es esa la percepción que la sociedad entiende como vida de artista?

Las palabras no son objetos inamovibles: cambian, mutan y se deforman. Como lo hace el pensamiento que las sustenta. Las palabras se alimentan de percepciones y valores. ¿Es esta una sociedad que valora al artista en función de su capacidad de crear belleza? ¿Lo valora en función de su capacidad de representarnos la realidad? ¿Lo valora en función de su capacidad de generar debates que transformen esa realidad? Que la palabra artista pueda tener una acepción próxima a holgazán o pícaro no sólo es falso, sino que también es un fracaso de la sociedad.

Tomemos como ejemplo a dos incontestables: Cervantes y Picasso. Todo el mundo sabe que El Quijote es el libro español más vendido de todos los tiempos y que las obras de Picasso se revalorizan continuamente en el mercado del arte. Es decir, más allá de la academia, la sociedad los valora por el éxito objetivo, numérico y capitalista de sus logros, que eso sí es algo tangible. No es de extrañar que el 47% de los españoles confiese que no ha leído nunca El Quijote y que todos los cuñados del mundo digan que, si se ponen, ellos también “son capaces de pintar como un niño pequeño”. Quizás uno de los motivos por los que los políticos* utilicen la palabra artista como sustantivo arrojadizo sea la forma en que el artista concibe el mundo: diferente. Un artista entiende el mundo en función de la obra que lo ocupa. Todo gira en torno a ella y por tanto su percepción de la realidad está teñida por su obra, convirtiendo su estilo de vida en algo diferente.

Visto desde fuera, la reflexión puede ser considerada como vida contemplativa, la búsqueda de la belleza puede ser vista como hedonismo y la perdida de la noción del tiempo pueda ser juzgada como holgazanería a deshoras. Quizás la sociedad no valora en su justa medida la necesidad de arte y esto tiene reflejo en las escalas salariales, en los convenios colectivos, en los presupuestos generales del estado, en el saqueo de la propiedad intelectual ajena, o en los porcentajes que los escritores se llevan de sus libros. Quizás la sociedad no sabe valorar que para crear belleza, retratar la realidad para transformarla generando debates que amplíen nuestra forma de ver las cosas es necesario pensar, actuar y vivir de una manera diferente.

 

*Susana Díaz ha sido Concejala del Ayuntamiento de Sevilla (1999-2004), Teniente de Alcalde de Recursos Humanos de Sevilla (2003-2004), Diputada por Sevilla en el Congreso de los Diputados (2004-2008), Diputada por Sevilla en el Parlamento de Andalucía (Desde 2008), Senadora designada por el Parlamento de Andalucía (2011-2012), Consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía (2012-2013), y Presidenta de la Junta de Andalucía (Desde 2013-hasta la actualidad.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s