Para los que disfrutan con los helados, la familia y el cine iraní.
Lo mejor: la plasmación del aburrimiento, la sensación muy lograda de tedio y las escenas de topless en la playa.
Lo peor: una sensación general de deja-vú continuo, de que ya hemos estado ahí. ¿Por qué todas las vacaciones se parecen entre sí?
Sinopsis: El protagonista abandona su ciudad para descansar durante el periodo estival, sin embargo, todo se complica cuando descubre que tampoco es feliz durante las vacaciones.
A “Las Vacaciones” le cuesta arrancar, lastrado por un primer acto titubeante, como si el autor tuviera miedo de que el protagonista se dé cuenta que el mundo sigue girando a pesar de que él no está en la oficina. El discurso se vuelve contemplativo y al mismo tiempo que el protagonista empieza a aburrirse, el espectador también lo hace. Extraordinariamente torpe resulta la escena de reencuentro familiar, mal planificada, con un horario extraño (parece que vayan a merendar de lo tarde que es) y el arroz está pasado. La dirección de actores ahí resulta pobre, todos parecen alegrarse por el reencuentro pero algo nos dice que no es así: nadie quiere estar realmente allí y se deben dinero. Las redes sociales tienen un gran juego en la narración y hay un par de secuencias-espejo en la que la reflexión metalingüística se agudiza, el autor se pregunta: ¿es verano porque utilizas instagram o utilizas instagram porque es verano? Inverosímil de arriba abajo resulta la escena del trio en la piscina con las vecinas, y resulta muy previsible cuando el espectador descubre que sólo ha ocurrido en la imaginación del protagonista. El desenlace (alerta spoiler) se atropella cuando el protagonista vuelve a la oficina, y nos deja una sensación de deja-vú. Tibios nos quedamos en la sala al darnos cuenta que el protagonista no es feliz ni en el trabajo, ni durante las vacaciones y quizás nosotros tampoco mientras ha durado un metraje cuya extensión se hace corta.