Después de dos semanas de intenso dolor acudió al dentista. Al verlo por primera vez, Carla no le reconoció. Sí lo hizo su joven asistente quien le pidió un autógrafo en cuanto lo vio entrar por la puerta. Él firmó con una sonrisa dolorida y añadió a modo de broma, que si no llevara la cara hecha un cromo se haría un selfie con ella. La asistente le sonrió y afirmó que no hacía falta, aunque le hubiera gustado hacérselo. Después, le acompañó a la salita y le dijo que le gustaba mucho el programa en el que participaba. Él le dio las gracias y se despidieron. La asistente con una sonrisa dentífrica y él con una mueca de dolor.
Carla le hizo sentarse y empezó a auscultarle. Rápidamente se dio cuenta de que tenía muy mala pinta. Le dijo que era normal que le doliera muchísimo. Tenía una caries en el primer molar superior derecho, otra en el segundo molar inferior izquierdo y hasta una tercera en el tercer molar inferior derecho. Preocupada le preguntó si comía muchos dulces. Él contestó que últimamente sí, debido a su trabajo. Ella le preguntó a qué se dedicaba y él se sorprendió que no lo supiera (no estaba acostumbrado a que no le reconocieran). Soy cocinero, le dijo.
-Pensaba que eras famoso –le respondió Carla mientras preparaba la anestesia.
-Bueno, soy las dos cosas: cocinero famoso. Trabajo en la tele, en un talent show… es un programa espectáculo de cocina, funciona muy bien, hacemos mucho share… aunque también hago muchos anuncios y promociones.
-¿Pero comes bien? Porque estas caries se han producido muy rápidamente y por abusar de dulces, chucherías y guarradas.
-Es que… -finalmente, el cocinero famoso no pudo más y se sinceró- con las grabaciones, el programa, los spots, los eventos como cuando puedo, donde puedo y lo que puedo… Los estudios de televisión están en polígonos perdidos de dios, si la gente supiera que el entretenimiento que consumen se hace en esos lugares infames dejarían de verlos.
-¿Pero eso qué tiene que ver con que no cuides tu salud bucodental?
-Con todo el trasiego de aquí para allá, de plató de la tele a plató de la agencia de publicidad, sólo tengo tiempo de comer de las máquinas expendedoras: dulces, chocolatinas, chips, cochinadas… ¿Lo entiendes? –dijo con ansiedad.
-Pero, ¿tú eres feliz haciendo esto que haces? ¿No eras más feliz entre fogones?
-Pero es lo que se supone que tengo que hacer –dijo el cocinero con un hilo de voz.
-¿Por qué?
El cocinero famoso se quedó pensativo, dándose cuenta de que nunca se había detenido a hacerse esa pregunta. Finalmente respondió:
-La verdad, no lo sé.
Los dos asintieron en silencio. Carla le pidió que se recostara para empezar a hacerle los empastes. Siempre adoraba aquel momento en que anestesiaba al paciente y todo se convertía en silencio.