Esperaba mi turno en la pescadería del súper cuando me pidió por favor que le cogiera una lata de fabada, porque no llegaba. Era una señora muy mayor, con el pelo decolorado, unas gafas de sol de montura inestable y un abrigo de entreguerras. Cuando le alcancé el envasado me dio las gracias, miró a los lados y lo introdujo en el bolso. Después, la perdí de vista.
Recogí mi dorada fileteada, y fui a comprar un poco de pan de molde, tomates frescos y leche desnatada.
Eché un vistazo a las mujeres que hacen la compra. Da igual la prisa que tengamos los demás, ellas gastan el tiempo justo que tienen para hacerla; ni un minuto más, ni un minuto menos. No importa si tienen una hora larga, o si van justas de tiempo, nunca se ve a una mujer perdiendo el culo en el supermercado.
Más tarde, volví a encontrarme con la señora mayor haciendo la cola de caja, justo detrás de mí. Sólo llevaba una botella de vino barato y agarraba con fuerza el bolso, donde escondía la fabada. Yo llevaba el carrito lleno y le pregunté si quería pasar. Me dijo que sí, y me dio las gracias con esa sonrisa de sorpresa de la gente mayor que no espera un gesto amable por parte de nuestra generación.
Llegó a la línea de caja. La cajera la miró de arriba a abajo, y le preguntó:
-¿Cómo está señora Rosa?
No oí la respuesta porque lo dijo muy bajito. La cajera le cobró los dos euros con cincuenta de la botella de vino y le dio el tíquet que no le hacía falta. Le dio las gracias y se encaminó a la puerta. La cajera me preguntó si quería bolsas de plástico, pero cuando fui a responderle que no, las alarmas saltaron cuando la señora Rosa cruzó el sistema antirrobo.
La mujer se quedó quieta como si la hubieran apuntado con un arma, esperando en absoluto silencio. La vigilante de seguridad escudriñó a la señora Rosa, pero ella no miraba a nadie, totalmente quieta. Entonces, la cajera le hizo un gesto a la guardia jurado para que la dejara pasar. Y Doña Rosa se marchó, supongo que a su casa.
Súper
Sólo tres cositas-XII
Primera cosita: En la controversia estéril de la semana, Carlos Boyero y Javier Marías se han dado de hostias polemizaron sobre quién la tiene más grande, su sensibilidad y gustos televisivos. En un alarde de ingenio nos quedó claro que Boyero cree que Marías es un repelente y que Marías cree que Boyero no tiene ni puta idea de lo que habla.
Empataron.
El lector siente un morbo especial cuando estas polémicas salen a la luz pública. Acostumbrados como estamos a la imagen corporativa de los grandes medios de comunicación basadas en la idea de que aquí todo el mundo se lleva bien, el morbo de la autenticidad hace que demos click en nuestros mac books pros ávidos de internet-realidad. El deporte nacional de tomar bando por uno o por otro hace el resto. Nos imaginamos al editor del diario desconsolado bebiendo un whisky, con su Smithers personal acariciándole el hombro, y musitando «no lo pude parar, no conseguí que hicieran las paces, he fallado a este periódico».
Si además Boyero recibe hostias como panes, él tan acostumbrado a vivir de dar hostias como panes, nos da igual que se las dé un magnífico escritor que demuestra tener el peor gusto televisivo ever al decir que The Wire es plana y un tostón o poner de vuelta y media a Breaking Bad, True Detective o House of cards. Escríbelas tú mamón.
La verdad es que los dos nos lo ponen muy difícil en eso de tomar partido por uno u otro a la hora de dilucidar quién de los dos es más gilipollas y nos la suda más lleva razón.
¿Y tú con qué idiota vas?
Segunda cosita: Este es un consejo para ti, cajera. No voy a vuestro súper porque me quede más cerca de casa. Voy a vuestro súper porque me gusta no sólo la variedad de productos que tenéis al servicio del consumidor sino también por la disposición ordenada en que se encuentran, el trato que recibo, la limpieza de los estantes. Me gusta vuestra marca blanca, adoro la organización cromática de vuestros productos, me refresca el aire acondicionado a todo trapo. Me siento tan a gusto que hay veces que paseo por los pasillos un poco de más, a ver si hay algo nuevo que me sorprenda, alguna cosa que no sabía que podía necesitar, algo que no estuviera en mi lista de la compra. Ojalá mi vida fuera así: organizada, capitalista, perfecta. Ojalá me sintiera como me siento con vosotros: el centro del universo. Sólo una cosita: no hace falta que me des el ticket. Me fio de ti. Voy porque hay confianza. Además cuando me das el ticket junto con las vueltas, me veo obligado a dejar el monedero en el mostrador, para despegarlo, porque no quiero mezclar el monedero con el ticket. Yo soy así: organizado.
The Paradise.
Tercera cosita: Me encanta Óxido Nitroso, el PROGRAMÓN que Raúl Cimas presenta en Canal+. El chanante con más pelazo consigue en su programa-contenedor varias cosas a la vez y todas con talento y humor:
- Promocionar los programas, series y películas de comedia que Canal + tiene en su programación.
- Divulgar la obra de creadores, cómicos y actores, consiguiendo que el espectador se interese por ellos.
- Reflexionar sobre los diversos tipos de humor, la necesidad que tiene el ser humano de reírse de las cosas y los distintos subgéneros en que la comedia aparece en todas sus formas más tradicionales y vanguardistas.
- Imaginar cómo sería tu vida si fueras cómico…
Cómo sería mi vida si fuera cómico, si tuviera más talento para la comedia y sobre todo si fuera menos tímido para subirme a un escenario y ayudar a la gente a olvidarse de que no tiene 15 pagas al año. Las mejores historias, los mejores programas son aquellos que echan a volar tu imaginación presentándote un mundo que desconoces por dentro y te hacen pensar cómo sería tu otro yo si te dedicaras a eso. Cómo sería mi otro yo si fuera de Albacete. Cómo sería mi vida si fuera el logopeda de Xavier Trias ahora que se le ha girado trabajo. Cómo sería mi vida si fuera ese acomodador de cine que se encuentra a Rita Barberá viendo Jurassic World, llorando y musitando: «si ellos se extinguieron, yo también puedo volver».
Rita Barberá engulle una palomita tras otra pero se equivoca y se mete una perla de su collar en la boca. Me encuentro ante un dilema: permitir que se ahogue y perder mi trabajo o meterle todo el collar en la puta boca para que no se rehaga.
Óxido Nitroso es un programa que te hace soñar.