Hoy he soñado con Paula Bonet.
Estaba corriendo como suelo correr, escuchando a Johny Cash y a los Stones -que es lo único que puedo escuchar haciendo ejercicio sin ponerme triste- cuando un montón de gente ha empezado a gritarme y a hacerme gestos alertándome de que me detuviera, ya que estaba a punto de estropear un mural que Paula Bonet estaba pintando.
Aunque Paula se ha reído de mi torpeza, la gente me miraba como si hubiera estado a punto de acuchillar a un recién nacido. Después, Paula me ha dicho que no tenía importancia y que no estaba convencida de la parte del mural que había estropeado; así que nos marchamos juntos a comprar materiales para restituir las piezas que había pisado con mi torpeza.
Caminábamos por mi barrio y nos encontrábamos con muchos perros y vecinos a los que yo conocía de mi vida anterior. Paula me decía que me veía muchísimo más delgado que cuando nos conocimos en Sevilla, yo le respondí que era lo más bonito que me habían dicho nunca y puse mi cara de emoticono con corazones en lugar de ojos.
Al cruzar un portal abierto de par en par, asistimos a una tremenda discusión en una escalera de vecinos convencional con sus problemas cotidianos convencionales. Paula me preguntó si echaba de menos cosas de mi vida anterior. Yo le dije que algunas sí, como planificar las comidas, cocinar para dos, o conocer a todos los perros del vecindario; aunque también sentía que me había librado de esa clase de vida convencional.
Paula sonrió y me dijo que esa clase de vida convencional llena de perros, comidas, compras y vecinos, nos atrae de la misma manera que nos atrae una vida ajena y paralela llena de aventuras, misterios y peligros: “porque para nosotros, de alguna manera, una vida convencional es una historia irreal llena de fantasía”.