Primera cosita: En ocasiones me gusta ir a las bibliotecas. Suelo ir con el firme propósito de documentarme para algún texto que estoy escribiendo, pero en realidad todo lo que puedo encontrar allí ya está en Internet. Lo que realmente me gusta de las bibliotecas es el sonido. Ese silencio respetuoso, ese hablar bajito, no tanto para no molestar como para que no parezca que lo que dices no está a la altura del silencio. Sin embargo el otro día me encontré a dos señores hablando en voz baja mientras leían un MARCA periódico deportivo. Hablaban de la Final de la Champions que ganó anoche el Barça. Discutían, no sobre el partido, sino sobre si era legítimo estar en una biblioteca hablando de fútbol y si los periódicos deportivos merecían tener un espacio en las mesas de lectura. En definitiva, se debatían apasionadamente y en voz baja sobre una gran cuestión: ¿es el fútbol cultura?
Uno de ellos no lo tenía demasiado claro, y fue a buscar el diccionario de la RAE donde definen la cultura como «conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo«.
-Según la RAE, por tanto, el fútbol no debería ser cultura, a esos chicos les dan un balón con doce años y los apartan de la lectura, el estudio y el trabajo -dijo. El otro respondía: «sí, pero leen los partidos, estudian a los rivales, y trabajan todos los días en sesiones dobles de entrenamiento». Argumentaba incluso, que a veces, el fútbol podía ser un arte. Messi, decía. Messi, apostillaba. Su compañero argumentó, de manera definitiva, que Velázquez, Goya, Schopenhauer, Kafka, Spielberg, o Beethoven nunca hicieron el pena de esta guisa:
El fútbol es cultura. Las ruas no.
Segunda cosita: Lo que seguro que es cultura CULTURA es el primer largometraje como guionista y directora de la actriz Leticia Dolera: Requisitos para ser una persona normal. Se estrenó el pasado jueves y es una historia deliciosa, muy bien narrada, sobre las cosas que necesitamos para ser felices y las que no. Todo en la película es un homenaje al ser humano, a nuestras complejidades emocionales, a nuestras contradicciones y a conocerse a uno mismo para saber qué es lo que realmente necesitamos para estar a gusto con lo que somos y podemos llegar a ser. La peli tiene un feel good contagioso y está ejecutada con maestría. El guión está lleno de inteligencia, la puesta en escena es sobria y buen rollera al mismo tiempo, y no hay un sólo actor que no esté tremendo. En especial, Miki Esparbé que va haciendo números para dejar de ser nuestro amigo porque tiene la agenda tan ocupada bordando los mejores papeles de nuestra ficción que ya no tiene tiempo de leerse ese texto que has escrito para él. Ya ni hablemos de quedar para tomarse unas cañas.
Esto sí es CULTURA.
Tercera cosita: No me gustaría estar en el pellejo del director creativo de la agencia de publicidad que lleva a esta marca:
A que acojona.