Los ricos

Mi vecino es joyero, y de vez en cuando celebra fiestas para ricos. Les muestra el género y les da de comer y beber gratis, porque no hay nada que le guste más a un rico que las cosas gratis. Los pobres somos distintos, valoramos las cosas en función de lo alto que sea el precio pagado. Esa programación cultural (de clase) la inventó un rico.
Yo no tengo nada en contra de los ricos, en más de una ocasión he querido ser uno de ellos. A un rico se le distingue por sus hijos, más altos y guapos que los hijos de los pobres; también porque nunca pagan lo que deben; y sobre todo, porque no saben hacer el amor.
A los clientes ricos de mi vecino, los distingo porque no saben leer. A pesar del cartel enorme que mi vecino ha puesto indicando cuál es su interfono, todos los ricos se equivocan y pican mi timbre. Sólo les pasa a ellos, porque los chicos del catering pican bien, nunca se equivocan, sólo se equivocan los ricos. Una de las diferencias que ha dejado este mundo sin lucha de clases es que los pobres están obligados a leer para enterarse de lo que ocurre a su alrededor. En cambio los ricos se han acostumbrado a ir picando puerta a puerta, fastidiando al servicio (que somos el resto del mundo), sin importarles si estamos escribiendo un guión que nos da de comer.
Si alguna vez nos hartamos y queremos acabar con ellos, sólo tendremos que publicar un libro con el siguiente título: “Pobres del mundo ha llegado la hora de rebelarse”.
Los ricos no se enterarán de nada, será demasiado tarde.

Hoy me he despertado con un Octubre Rojo

Hoy me he despertado con un Octubre Rojo.

Y ha llegado pronto, porque es 30 de Septiembre, compañeros y compañeras.

Es importante para el futuro de nuestro pueblo que la clase obrera, las clases populares, la gente sencilla y corriente podamos descansar. No, compañeros y compañeras, no es revolucionario despertar a los vecinos a primera hora de la mañana dando gritos por la escalera.

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Compañeros obreros que estáis reformando la escalera (no, no es ninguna metáfora social, me dirijo a vosotros, a los compañeros obreros que estáis reformando la escalera de mi casa) no es en absoluto solidario, ni fraternal, ni revolucionario despertar a gritos a los camaradas que vivimos en este humilde edificio. Si es algún tipo de lucha de guerrillas, os estáis equivocando, la propietaria rentista no vive en esta finca, la propietaria rentista no ha bajado de la Diagonal en su puta vida. Aquí somos todo gente sencilla, con nuestros vicios como dormir, pero gente humilde al fin y al cabo.

Porque compañeros obreros, sí se puede hacer una revolución silenciosa, no hace falta despertar a los compañeros y compañeras que duermen. Unidos somos fuertes, pero dormidos lo somos más. La lucha de clase será con café o no será. Aspiramos a asaltar los cielos, pero no los asaltaremos a estas horas. Queremos algo mejor para nuestros hijos, pero no podemos prometer un futuro mejor con legañas. La revolución proletaria necesita de ocho horas de descanso. Compañeros obreros que lanzáis andanadas de gritos a primera hora de la mañana, el lema decía “la imaginación al poder” no «el puto subconsciente al poder«, compañeros, no el puto subconsciente.

Que este octubre rojo sea muy revolucionario, camaradas, como todos los octubres, pero por favor, que nos pille dormidos…

…hasta la victoria final y tal.