Hoy he soñado…

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-18 de julio:

Hoy he soñado con una ex-amante.

Hace mucho que no la veo, aunque en su instagram parece que le van bien las cosas y es feliz. En el sueño compartíamos la clase de intimidad que se comparte cuando dos personas acaban de hacer el amor. Ella me preguntaba cómo estaba y qué había sido de mí todo este tiempo. Yo la ponía al día, y cuando le estaba explicando los últimos meses de mi vida, ella me interrumpió:
-Pero si tú siempre has estado mal -dijo riéndose-. Siempre has sido un chico felizmente cabreado contigo mismo y con el mundo.
-Puede que tengas razón -le contestaba lacónico, como si lo que acabara de decirme no lo hubiera pensado nunca antes.
-Mira Enric, no sabes cómo me alegro que te hayan dejado -decía entusiasmada.
Se hizo un enorme silencio, no entendía lo que quería decir, ni su entusiasmo, ni tampoco su falta de empatía.
Entonces, añadió:

-Tienes que verlo como una gran oportunidad: ¿Te das cuenta del montón de cosas bonitas que vas a ser capaz de escribir ahora?

-19 de julio: 

Hoy he soñado con Lebron James.

Estaba entrenando, haciendo tiros y entradas a canasta. De repente ha hecho un mate y ha caído a unos pocos centímetros de mis pies donde estaba estirado en una tumbona. Me he levantado y le he dicho:
-Eh, Lebron, tío, ve con cuidado…
Y el muy capullo, me ha dicho que me joda.
-¿Cómo que me joda? Pero si casi me rompes una pierna.
-Estoy entrenando, tío, estoy trabajando duro para ser el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.
-Y yo lo respeto, tío. Pero yo estaba aquí antes… si me pides permiso me muevo un poco para que puedas hacer tus mates.
-Que te jodan, yo soy el rey, no necesito pedir permiso -me ha dicho dándome la espalda y haciendo botar el balón contra el suelo con golpes secos, violentos y veloces para después volver a sus manos como si tuviera un imán.
-Me largo tío -le he dicho levantándome de la tumbona. Puede que seas el Rey, pero que sepas que nunca serás como Jordan.

Mientras me marchaba le he visto con los ojos húmedos. He hecho llorar a Lebron James, tío; el Rey ha vertido lágrimas de derrota.

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-20 de julio: 

Hoy NO he soñado con Rosario Dawson.

Durante el día me prometí no volver a soñar despierto con ella. La última vez que nos vimos, me dijo que volveríamos a vernos en sueños y quería ser leal a su invitación. Pero de eso ya hace unos cuantos días y Rosario no ha vuelto a aparecer…

Con el objetivo de sugestionar mi subconsciente facilitando que Rosario vuelva a aparecer en mis sueños -y podamos culminar nuestra cita- voy a repasar toda su filmografía. Hay algunas películas que me gustaría volver a ver: Kids, Clerks II, He Got Game, La última noche, Seven Pounds, Sin City, Death Proof, Cautivos…

Antes de terminar esta entrada me he puesto a soñar despierto otra vez con ella, y me he hecho una pregunta: de todas las Rosarios Dawson de todas esas películas, ¿con cuál me gustaría soñar la próxima vez?

Ay, no tengo una sola y única respuesta…

-21 de julio:

Hoy he soñado con Marta Fernández.

A Marta no la conocéis, pero muchos me conocéis gracias a Marta. Ella era la responsable de prensa de Reservoir Books y la que me hacía llegar bien (sobrio y a la hora) a los sitios.

En el sueño, Marta y yo discutíamos acerca del sentido que tienen ahora las presentaciones de libros. Ella decía que todavía son importantes porque tienen algo de ceremonial, de presentación en sociedad. Yo argumentaba que las presentaciones de libros van claramente a la baja porque el formato no se presta a que la gente salga de casa: «gente hablando sobre un libro que los demás todavía no han leído es como un acto de reivindicación exhibicionista del yo llegué primero; si no hay show, la gente prefiere quedarse en el sofá o ir a hacer crossfit en el gimnasio, por muy intelectual que uno se venda en facebook».
-Entonces, ¿qué propones? -me preguntaba Marta.
-No sé, montar un circo, bailes, fiestas, epatar: ¡quemar libros de otros autores!
-¿Cómo que quemar libros de otros autores? -me preguntaba Marta indignada.
-Pero de otras editoriales, no de la nuestra. Piénsalo, en realidad todo el nazismo habría sido una gran presentación del Mein Kampf. A él le funcionó.

-22 de julio:

Hoy he soñado que estaba siendo observado mientras dormía.

Estaba profundamente dormido pero un ruido me ha desvelado. A medio camino entre el sueño y la vigilia, he levantado la cabeza de la almohada y he visto una figura en el quicio de la puerta, oculta en la penumbra.
Ha sido una sensación vívida, he notado su presencia real ahí mismo, a escasos metros de mí. Su respiración era tranquila y su mirada fija en mí. No he podido distinguir si era un hombre o una mujer. Simplemente estaba de pie, en silencio, observándome. Mi cansancio me ha impedido levantarme, y ni si quiera he sido capaz de pronunciar una sola palabra.

Quería saber por qué estaba ahí y cuál era su propósito: ¿esperar a que me quedara completamente dormido para matarme?, ¿observar con placer de voyeur mi forma de dormir?, ¿robarme los sueños mientras no pudiera hacer nada para impedirlo?

Al rato, me he despertado. Me he tomado un café y todavía me pregunto éstas cosas y sobre todo: su identidad…

*Cada mañana publico un sueño en mi facebook.

El relato de los números

La madrugada del domingo al lunes, Lebron James ganaba su tercer anillo de campeón de la NBA. Lebron ha disputado 7 finales, y hasta el momento su record queda establecido en 3 victorias por 4 derrotas, lejos de las 6 victorias de Michael Jordan, lejos de los seis, siete, ocho, nueve… anillos que prometió a su llegada a Miami. Su promedio en estas finales a 7 partidos contra los Golden State Warriors han sido de 29,7 puntos; 11,3 rebotes; 8,9 asistencias; 2,6 robos y 2,3 tapones.

Esos son los números.

Aunque esos números son una realidad, no explican cómo ha cambiado nuestra percepción de Lebron James. Porque si bien es cierto que la realidad no existe y que es una convención de la que nos dotamos, sí existe el significado que le damos a la percepción de esa realidad. Y la percepción del número 23 de los Cavs ha cambiado en todos nosotros porque su historia, su relato ha cambiado.

-Primero se nos contó la historia de The chosen one, el elegido, aquel que iba a destronar a Michael Jordan del olimpo de los dioses del baloncesto. Los que crecimos con el número 23 de los Bulls odiamos un relato que atentaba contra la nostalgia de nuestra juventud. Por eso odiamos a Lebron James y jaleamos sus derrotas en las finales.

-Cuando la historia de Lebron tomó rumbo a Miami previo paso por el show televisivo de The decision, lo odiamos todavía más: se convirtió en un personaje despreciable, mercenario, arrogante y ambicioso que ansiaba el anillo por encima de todas las cosas. Representaba el valor del dinero por encima del amor a los colores.

-Cuando ganó por fin sus primeros 2 anillos consecutivos nos dolió reconocer la superioridad de sus números, y siempre, siempre fuimos con el equipo que compitiera contra él en las finales. Podía ser un gran jugador de baloncesto, no cabía duda al respecto, pero no era nuestro héroe, no amábamos su relato.

-Sonreímos cuando los vetustos Spurs de Tim Duncan, Ginóbili y Parker les barrieron con el mejor basket que se ha visto nunca. No sólo nos gustó sino que además nos pareció acertado el relato de equipo built contra equipo bought. Fundamentos contra dinero. Experiencia contra arrogancia. Talento contra músculo. Ese relato nos gustaba, ese relato nos emocionaba, ese relato era baloncesto en estado puro.

-Lebron volvió a perder una nueva final contra Curry y los GSW cuyo juego abierto, nuevo, alegre y diferente cambiaba la concepción del baloncesto a un small ball. El relato de los de Oakland era más democrático, más universal, más de todos nosotros.

Parecía el principio de una dinastía y el final definitivo del Rey destronado.

Sin embargo, la percepción de la realidad del personaje de Lebron había empezado a cambiar. Un año antes, Lebron había decidido volver a casa, sin excesivas garantías de que el cambio fuera a mejor, con el único propósito de ganar un anillo de campeón para su gente, para Cleveland, para Ohio; uno de los Estados más pobres y deprimidos de América. Por primera vez en unas finales, no queríamos que Lebron perdiera, no queríamos verle humillado, y empezó a parecernos que el baloncesto estaba siendo poco generoso con el personaje.

Sus números seguían ahí, pero su relato era distinto, había dejado de ser un personaje arrogante para convertirse en un redentor. Su relato nos era más cercano, más suave, más positivo. Aunque esa no fuera la realidad, porque la realidad no existe, esa fue nuestra percepción, y de todos es sabido que las cosas ocurren no por la «fuerza de los números», sino por la fuerza del relato.