Calcetín de ex desparejado

«Calcetín de ex desparejado” es probablemente una obra cumbre.

El proyecto -largamente ambicionado por su autor, que ya dejó escrito en una entrevista años atrás las siguientes palabras proféticas: “sé que algún día monetizaré toda esta mierda”- es ejecutado en pleno proceso de maduración. Pertenece a su etapa más prolífica, que la crítica ha venido en llamar: “venganza”; aunque otros expertos también la han definido como “estar en la mierda”.

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“Calcetín de ex desparejado” es una obra compleja, llena de matices, casi poliédrica y con múltiples capas que interpela al espectador con preguntas sin respuesta: ¿es sólo un calcetín?, ¿es un calcetín robado a la ex antes de marcharse?, ¿es un calcetín olvidado?, ¿es un calcetín olvidado a propósito?, ¿es la exposición del calcetín una forma de superación?, ¿es la representación del calcetín una expresión de haber dejado atrás el pasado? O acaso, ¿es el calcetín desparejado un acto de profundo e íntimo dolor?

“Calcetín de ex desparejado” también parece decirnos: “sólo me queda esto de ti, una parte incompleta de lo que fuimos”; pero al mismo tiempo, nos damos cuenta de que el autor podría llamar por teléfono y decir: “no busques más, tengo tu calcetín desparejado, ¿quieres que te lo envíe por MRW?”
Sin embargo, huyendo de lo prosaico, el autor decide subirlo a instagram. Es este un acto de belleza y madurez singular (muy original y transgresor en la vanguardia artística de la época) que expone el dolor íntimo de un calcetín que se sabe otra cosa, que ya ha pasado a ser algo distinto, un objeto inútil que ya ha dejado de significar lo que solía significar. Es en ese preciso instante cuando el calcetín deja de ser un calcetín de ex desparejado. Y muy probablemente, éste sea el significado último de la pieza: para el autor ya no hay nada en ese objeto que le recuerde a su ex, sino que que se convierte -bajo el influjo de su mirada creadora- en un ir más allá de la cosa, en un dejar atrás el ser calcetín, para convertirse en arte.

Nótese la ironía del uso del filtro Valencia, un filtro muy utilizado por los instagrammers y que al utilizarlo parece que el autor nos diga: «Ja, yo también soy capaz de hacer arte popular”.

Hoy he soñado…

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-25 de julio:

Hoy he soñado con un laberinto.

Era un laberinto formado por varios laberintos. Era boscoso y juguetón como el laberinto de «La huella»; musical y ochentero como el de «Dentro del Laberinto»; terrorífico como el de «El Resplandor»; pero sobre todo se parecía a la biblioteca laberíntica de «El nombre de la Rosa». Siempre me fascinó que uno se pudiera perder entre tanto conocimiento, entre tanto libro. Era una metáfora clara y contundente: no siempre la verdad te hace libre.

Hay una escena (tanto en el libro como en la película) en que Guillermo de Baskerville y Adso intentan encontrar la salida de la biblioteca. Guillermo trata de recordar la solución teórica a la salida de un laberinto, una formulación que había leído alguna vez en alguno de sus amados libros. Adso le interrumpe con una formulación práctica: desde que entraron en la biblioteca-laberinto ha deshecho un ovillo de lana. Sólo tienen que tirar del cordel para volver sobre sus pasos y encontrar la salida.
-Muy bien muchacho -le responde Guillermo satisfecho- tu educación clásica nos viene de perlas.

A veces buscamos soluciones teóricas, cuando en realidad necesitamos soluciones prácticas. Y la solución práctica cuando sueñas con un laberinto es reconocer que estás perdido.

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-26 de julio: 

Hoy he soñado con una habitación de hotel.

Subía una a una las diecisiete plantas del edificio y en todas comprobaba que el ascensor no funcionaba. Al llegar a mi habitación la puerta estaba sospechosamente abierta y he tenido la sensación de un peligro inminente. Todo estaba por en medio y la mi maleta había sido registrada. Desenfundé mi pistola con silenciador en cuanto llamaron a la puerta: era el servicio de habitaciones que me traían una cena que no había pedido.

De repente, una ventana se abrió y mi nueva novela salió disparada volando… pero antes de desperdigarse por la ventana, cogí todos y cada uno de los folios, en una maniobra arriesgada que casi me hizo caer desde una gran altura.

Agarré los papeles, producto de mi último año de trabajo y me los llevé al pecho. Pensé que, como el sueño, quizás era una obra demasiado compleja y confusa, y que abordaba demasiados temas porque así son los tiempos que nos ha tocado vivir…

Con la ventana abierta de par en par y la brisa golpeándome en la cara, he pensado que mi próximo libro será más sencillo, y he pensado también, que no lo expondré a las alturas de una habitación de hotel en la planta diecisiete.

-27 de julio: 

Hoy he olvidado lo que he soñado.

Cuando me he despertado, todavía tenía el sueño fresco atrapado en mí. Recuerdo haber pensado: «qué bonito, qué ganas de escribirlo y compartirlo». Rápidamente, me han venido a la cabeza todas y cada una de las obligaciones que tenía en el día de hoy, como si fueran las gotas constantes de una lluvia de verano. Me he levantado de un salto y he desayunado; me he duchado, me he vestido, he rellenado de pienso el cuenco de Mia, he leído un par de artículos y de posts; y cuando por fin he querido compartir el sueño me he dado cuenta de que me había olvidado de anotar lo que ocurría en él. Y el sueño ya no era fresco ni lo tenía atrapado en mí.

Los sueños son así, de una impresión tan real y vívida que uno parece que puede seguir viviendo en ellos para siempre, pero a medida que la realidad avanza con su peso implacable hacen que poco a poco se disuelvan hasta que uno termina por olvidarse de ellos.

No sé qué es lo que ocurría en mi sueño, sólo sé que era algo bonito que ha caído en un inevitable y eterno olvido…

 

-28 de julio:

Hoy me he despertado con Cocaine Blues.

Como cada mañana los primeros versos de Cocaine blues de Johny Cash me han despertado: «Early one mornin’ while makin’ the rounds, I took a shot of cocaine and I shot my woman down». Es la canción que ahora tengo en el despertador.

Cada cierto tiempo voy cambiándola por dos motivos: el primero y fundamental para no terminar odiando una canción determinada; y el segundo, para que la canción escogida me dé la clase de estímulo que necesito para levantarme de la cama. Johny Cash es una opción segura.

Ayer terminé a las diez de la noche un trabajo que me ha tenido ocupado durante las últimas semanas y empiezo oficialmente unas semi-vacaciones, porque todavía tengo trabajo en otro sitio, aunque un poco más relajado.

Sin embargo, se me olvidó quitar la alarma del despertador. Me pregunto el porqué. Quizás Johny Cash tenga la respuesta a tantos olvidos voluntarios.

-29 de julio:

Hoy he soñado con otra.

Sí, Rosario. Otra que no eras tú ha venido a mis sueños y se ha metido en mi cama después de cenar, o bailar, o beber… o yo que sé, se me ha olvidado. Quizás porque fuera poco interesante, quizás porque lo que hicimos después sí lo fue. No sé si me explico, Rosario. No quiero ser esa clase de hombres que dan ultimátums del tipo: si no ocupas tu lugar en mis sueños, otra lo hará; aunque esta noche, otra lo ha hecho.

Y sí, ha estado bien, para qué nos vamos a engañar, porque en mis sueños siempre está bien, sólo faltaría. Pero si te soy sincero preferiría que hubieras sido tú, que juntos nos lo hubiéramos pasado muy bien, y que después de hacer el amor hubiéramos hablado como hablan los amantes en la cama sobre las cosas que hablan los amantes: Bernie Sanders, el cine, y la cantidad de hijos que queremos tener juntos.

Para mí, Rosario, lo de esta noche no ha significado nada, seguro que has aparecido en sueños de otros hombres y no por ello me cortaré las venas, los dos somos adultos.

Sigo esperándote en mis sueños, querida Rosario. No tardes…

*Cada mañana publico un sueño en mi facebook.

Hoy he soñado…

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-18 de julio:

Hoy he soñado con una ex-amante.

Hace mucho que no la veo, aunque en su instagram parece que le van bien las cosas y es feliz. En el sueño compartíamos la clase de intimidad que se comparte cuando dos personas acaban de hacer el amor. Ella me preguntaba cómo estaba y qué había sido de mí todo este tiempo. Yo la ponía al día, y cuando le estaba explicando los últimos meses de mi vida, ella me interrumpió:
-Pero si tú siempre has estado mal -dijo riéndose-. Siempre has sido un chico felizmente cabreado contigo mismo y con el mundo.
-Puede que tengas razón -le contestaba lacónico, como si lo que acabara de decirme no lo hubiera pensado nunca antes.
-Mira Enric, no sabes cómo me alegro que te hayan dejado -decía entusiasmada.
Se hizo un enorme silencio, no entendía lo que quería decir, ni su entusiasmo, ni tampoco su falta de empatía.
Entonces, añadió:

-Tienes que verlo como una gran oportunidad: ¿Te das cuenta del montón de cosas bonitas que vas a ser capaz de escribir ahora?

-19 de julio: 

Hoy he soñado con Lebron James.

Estaba entrenando, haciendo tiros y entradas a canasta. De repente ha hecho un mate y ha caído a unos pocos centímetros de mis pies donde estaba estirado en una tumbona. Me he levantado y le he dicho:
-Eh, Lebron, tío, ve con cuidado…
Y el muy capullo, me ha dicho que me joda.
-¿Cómo que me joda? Pero si casi me rompes una pierna.
-Estoy entrenando, tío, estoy trabajando duro para ser el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.
-Y yo lo respeto, tío. Pero yo estaba aquí antes… si me pides permiso me muevo un poco para que puedas hacer tus mates.
-Que te jodan, yo soy el rey, no necesito pedir permiso -me ha dicho dándome la espalda y haciendo botar el balón contra el suelo con golpes secos, violentos y veloces para después volver a sus manos como si tuviera un imán.
-Me largo tío -le he dicho levantándome de la tumbona. Puede que seas el Rey, pero que sepas que nunca serás como Jordan.

Mientras me marchaba le he visto con los ojos húmedos. He hecho llorar a Lebron James, tío; el Rey ha vertido lágrimas de derrota.

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-20 de julio: 

Hoy NO he soñado con Rosario Dawson.

Durante el día me prometí no volver a soñar despierto con ella. La última vez que nos vimos, me dijo que volveríamos a vernos en sueños y quería ser leal a su invitación. Pero de eso ya hace unos cuantos días y Rosario no ha vuelto a aparecer…

Con el objetivo de sugestionar mi subconsciente facilitando que Rosario vuelva a aparecer en mis sueños -y podamos culminar nuestra cita- voy a repasar toda su filmografía. Hay algunas películas que me gustaría volver a ver: Kids, Clerks II, He Got Game, La última noche, Seven Pounds, Sin City, Death Proof, Cautivos…

Antes de terminar esta entrada me he puesto a soñar despierto otra vez con ella, y me he hecho una pregunta: de todas las Rosarios Dawson de todas esas películas, ¿con cuál me gustaría soñar la próxima vez?

Ay, no tengo una sola y única respuesta…

-21 de julio:

Hoy he soñado con Marta Fernández.

A Marta no la conocéis, pero muchos me conocéis gracias a Marta. Ella era la responsable de prensa de Reservoir Books y la que me hacía llegar bien (sobrio y a la hora) a los sitios.

En el sueño, Marta y yo discutíamos acerca del sentido que tienen ahora las presentaciones de libros. Ella decía que todavía son importantes porque tienen algo de ceremonial, de presentación en sociedad. Yo argumentaba que las presentaciones de libros van claramente a la baja porque el formato no se presta a que la gente salga de casa: «gente hablando sobre un libro que los demás todavía no han leído es como un acto de reivindicación exhibicionista del yo llegué primero; si no hay show, la gente prefiere quedarse en el sofá o ir a hacer crossfit en el gimnasio, por muy intelectual que uno se venda en facebook».
-Entonces, ¿qué propones? -me preguntaba Marta.
-No sé, montar un circo, bailes, fiestas, epatar: ¡quemar libros de otros autores!
-¿Cómo que quemar libros de otros autores? -me preguntaba Marta indignada.
-Pero de otras editoriales, no de la nuestra. Piénsalo, en realidad todo el nazismo habría sido una gran presentación del Mein Kampf. A él le funcionó.

-22 de julio:

Hoy he soñado que estaba siendo observado mientras dormía.

Estaba profundamente dormido pero un ruido me ha desvelado. A medio camino entre el sueño y la vigilia, he levantado la cabeza de la almohada y he visto una figura en el quicio de la puerta, oculta en la penumbra.
Ha sido una sensación vívida, he notado su presencia real ahí mismo, a escasos metros de mí. Su respiración era tranquila y su mirada fija en mí. No he podido distinguir si era un hombre o una mujer. Simplemente estaba de pie, en silencio, observándome. Mi cansancio me ha impedido levantarme, y ni si quiera he sido capaz de pronunciar una sola palabra.

Quería saber por qué estaba ahí y cuál era su propósito: ¿esperar a que me quedara completamente dormido para matarme?, ¿observar con placer de voyeur mi forma de dormir?, ¿robarme los sueños mientras no pudiera hacer nada para impedirlo?

Al rato, me he despertado. Me he tomado un café y todavía me pregunto éstas cosas y sobre todo: su identidad…

*Cada mañana publico un sueño en mi facebook.

Sueños-IV

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-11 de julio:

Hoy he dormido en Benicàssim.

Dormir es una interrupción física, emocional y mental de la realidad. Soñar es construir una alternativa a la realidad. Aunque la propia realidad no exista. Sólo existe nuestra percepción de la realidad y de los sitios, es nuestra percepción la que hace que existan.

Y la percepción de los lugares siempre está contaminada por aquello que llevamos dentro. Benicàssim ahora es distinto. Estos días he notado muy presentes el Benicàssim en el que todo empezó, el Benicàssim en el que todo se desmoronó y sobre todo el Benicàssim que nunca será.

Me marcho de Benicàssim deseando que la próxima vez que vuelva mi percepción sea distinta. Tardaré mucho tiempo en volver a dormir en este lugar.

Ya no sueño con él.

-12 de julio: 

Hoy he soñado con instagram.

Estaba haciendo scroll en la app de mi smartphone, regalando corazones y repartiendo autoestima, cuando he visto la foto de una cala. En cuanto he mirado por encima de la pantalla, me he dado cuenta de la casualidad: la cala de la foto de instagram era la misma cala en la que me encontraba; aún sin su filtro Mayfair, era totalmente reconocible.

Me he acercado a los bañistas que habían colgado la foto y les he saludado explicándoles la casualidad. Lejos de hacerles la más mínima gracia, me han respondido de muy malas maneras: «pero qué hace usted en esta cala, lárguese de aquí, pero quién se ha creído que es invadiendo nuestra privacidad».

Cabizbajo, he dado la vuelta y me he marchado de su cala Mayfair. He cogido mi smartphone, he abierto la app de instagram y en un acto de venganza terrible he eliminado mi corazón de su foto.

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-13 de julio: 

Hoy he soñado con un grupo de terapia de villanos.

Estábamos unos cuantos allí sentados y Bryan Cranston nos iba dando la palabra por turnos. El Joker se ha levantado y entre risas nos ha explicado su caso: Jake Gyllenhaal le sodomizó en un camping, por ese motivo se vengó asesinando a su hermana. Entonces me he dado cuenta de que The Dark Knight es en realidad una secuela de Brokeback Mountain.
Después Cranston le ha preguntado a José Maria Aznar cómo se encontraba.
-I am fine -ha dicho después de buscar un buen rato las palabras en su cabeza-. I’ve ben running for one hour… and now I feel full energetic.
-«And now I feel full of energy» -le ha corregido Cranston.
A Aznar no le ha gustado nada que le corrigieran y le ha fulminado con la mirada. Finalmente ha cedido y lo ha repetido bien con su maravilloso acento:
-And now I feel full of energy.
-You are totally full of shit -le he soltado en voz baja.
Cuando Cranston se ha dirigido a mí y me ha preguntado cuál era el motivo por el que me encontraba en aquel grupo de terapia de villanos, le he respondido:
-La verdad es que no lo sé, pero seguro que algo habré hecho.

-14 de julio:

Hoy he soñado con un menú infantil.

De primero spaghettis turgentes a la boloñesa, con su carne magra y mucho, mucho queso rallado. De segundo pollo rebozado con patatas fritas. Y de postre me daban a elegir entre un helado de vainilla y chocolate en tarrina de comunión de los años ochenta, un pijama (amigos, ¡un pijama!) y un banana split.

¡Y yo me pedía los tres! ¡¡¡Los tres!!!

Sentía que estaba en el cielo de los gordis, cuando he empezado a oír una voz con acento sureño gritando: «Dead man walking, dead man walking…»

Entonces he entendido que era mi última cena e iba a ir directo al infierno… por pecado de gula infantil.

 -15 de julio:

Hoy he soñado despierto.

Rosario Dawson llamaba al timbre de casa y me preguntaba:
-¿Está Enric? ¿Puede bajar a jugar?
Yo bajaba corriendo y Rosario me invitaba a cenar. Durante la cena yo hacía burradas y bromas y ella las reía todas poniéndome ojitos. Hacíamos una competición para ver quién era capaz de comerse más tacos y Rosario me dejaba ganar porque sabe que soy muy competitivo.
Salíamos a la noche barcelonesa y no hacía calor. Bailábamos un rato una coreografía que pasaría a la historia del cine y, cansados y entre risas, volvíamos al portal de casa.
Entonces, ella me preguntaba si la invitaba a subir, a tomar la última…
-Mejor que no -le he respondido.
-¿Por qué no? -me ha preguntado sorprendida.
-Si tiene que ocurrir -le he explicado-, que ocurra en un sueño-sueño, no en un sueño soñado estando despierto. Me parece poco ético, ¿no crees?
Ella ha sonreído, me ha dado un abrazo y un beso largo en la mejilla. Mientras se marchaba, y dándome la espalda me ha dicho:
-¡Espero que nos veamos pronto, Enric… en tus sueños!

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*Cada mañana publico un sueño en mi facebook.

La noche que me encontré con Monstruo Espagueti

La primera vez que vi a Monstruo Espagueti me pareció una colgada. Dicen que la primera impresión es la que cuenta y en este caso fue así: acerté.

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Fue en la presentación en Madrid del libro La vida es corta y luego te mueres que escribí en colaboración con Lyona. Yo no la conocía de nada, ni tampoco había leído nada suyo. Se acercó a regalarnos su libro con una actitud quizás «demasiado entusiasta». Nos dijo que lo que hacíamos tenía cierta similitud de tono y que era posible que nos gustara. Como soy medio catalán de adopción y sé los pocos libros que en las editoriales entregan a los autores pensé que quizás aquel regalo era un dispendio excesivo, pero no le dije nada y lo acepté.

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El caso es que devoré su libro de una tacada en el Ave a Barcelona. Al terminarlo, Anastasia ya no sólo me pareció una colgada, sino que me pareció una colgada brillante y extraordinariamente talentosa. Poco a poco, empecé a seguirla por sus redes sociales dónde cuelga sus historias, dibujos e ideas, y empezó a ocurrir algo que me ocurre muy pocas pocas veces: Monstruo Espagueti siempre daba en el clavo con un pensamiento o una idea acerca de un tema -que yo sabía que tenía dentro- pero que habría sido incapaz de expresar de una forma tan genial, original, divertida e irreverente.

Cuando encuentras a una artista así, que te da incluso hasta un poco de rabia por lo buena que es la hija de puta,no puedes más que seguirla, darle Me gustas, RT y corazones, y compartir todo lo que hace todo el rato.

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La noche que me encontré con Monstruo Espagueti había salido a cenar con unos amigos por el Raval. La vi en la calle Joaquim Costa y me acerqué a ella con quizás «excesivo entusiasmo». De manera atropellada le dije que me encantaba lo que hacía y que me alegraba mucho de que le fueran bien las cosas y añadí: «soy un huge fan» (sí, lo dije así). Noté que la abordé un poco demasiado alterado, casi como si fuera un poco la clase de fan que interpreta Kathy Bates en Misery. Noté su incomodidad cuando farfulló algo así como: “ya, esto es lo que suele pasar en las redes sociales”.

Me sentí un poco bobo, porque sé que pensó: «mira este tío, menudo colgado».

Después estuve reflexionando acerca de todo esto. Sigo a Monstruo Espagueti desde hace ya casi dos años y lo hago desde casa, en pijama, desde mi Macbook Pro, desde mi smartphone, en la intimidad de mi hogar… Es decir, para mí, lo que cuelga Anastasia en sus redes es importante, es bonito, me hace feliz, cada día se cuela en mi vida, en mi rutina, pero ella eso no lo sabe… Porque las redes sociales creemos que son multidireccionales, pero algunas veces son bidireccionales y casi siempre son unidireccionales.

Pensé que tenía que escribir sobre ello. Sobre lo que significa para nosotros el trabajo de algunos artistas y lo muy cerca y muy lejos que estamos los unos de los otros. No sé si tengo una opinión sobre todo esto, pero creo que merece una reflexión.

Estoy esperando que la dibuje Anastasia, seguro que será brillante.

PD: Le escribí a Anastasia pidiéndole permiso para escribir este texto; y aquí tenéis su respuesta.

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Like

Hacía unos días que no sabía nada de ella. Entonces, recibí su mensaje: «tenemos que hablar”.

-Rebeca, ¿pasa algo?

-Sí, pasa que tenemos que hablar.

Acudí a la cita con el estómago revuelto por los nervios. Rebeca me esperaba sentada en la terraza al tiempo que encendía su segundo cigarrillo. A pesar de que llegué puntual, tenía la cerveza a medio terminar y ya estaba pidiendo la segunda. Aunque nos dimos dos besos, no nos dimos dos besos, simplemente rozamos diplomáticamente nuestras mejillas.

Le pregunté de qué quería hablar conmigo. Sacó su teléfono móvil y me di cuenta de que en realidad quería pedirme explicaciones. Abrió su instagram y repasó una a una las últimas doscientas trece fotos que había colgado. Le pregunté por qué estábamos repasando esas doscientas trece fotos y no las cuatrocientas quince que había colgado desde que se abrió la cuenta. Me respondió que sólo quería repasar esas doscientas trece fotos porque las anteriores no eran importantes.

-¿Por qué las otras no son importantes? –le pregunté.

-Porque antes no nos seguíamos en instagram. Sólo hace doscientas trece fotos que me sigues -respondió.

-Pero, ¿cuál es el problema? -le pregunté intrigado.

Entonces, Rebeca volvió a repasar las doscientas trece fotos con cierta ansiedad mientras encendía un tercer cigarrillo, y pedía otra copa de cerveza.

-Fíjate -me dijo- todas estas fotos tienen algo en común en todas, absolutamente en todas, me has dado un Like.

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-¿Y? Eso es bueno, ¿no? -le pregunté perplejo.

-Sí, claro que es bueno, lo que ocurre es que en ESTA FOTO con mi sobrina Candela no le diste al Like –me dijo señalándome esa foto en concreto.

-¿Cómo? Déjame ver.

Eché un vistazo a la foto y efectivamente, ahí estaba Rebeca con su sobrina Candela, súper-preciosas las dos, sonriendo en lo que parecía ser el jardín trasero de un pareado decorado con globos, banderitas, serpentinas, piscina y hasta tarta de chocolate. Y no, no le había dado un Like. Y era raro, porque la foto se merecía un Like.

-No sé, ¿qué es lo que quieres decirme con esto? –le pregunté a mi amiga.

-Pues no me esperaba esto de ti, la verdad, yo pensaba que eras… una buena persona y no… ya sabes, no pensaba que fueras así.

-¿Así cómo?

-Así… -a Rebeca le costaba decirlo, por la rabia, pero también por la decepción- como una mala persona.

-Un momento, un momento, ¿mala persona? ¿No le doy a un Like a una foto y de repente soy una mala persona?

-Más que una mala persona, ¡un racista! –dijo sin poder reprimirse-. Lo que demuestra esta foto… ¡lo que demuestra que no le des al Like a esta foto es que eres un puto racista!

-¿Qué?

-Niégamelo… ¡ten los santos cojones de decirme que no le has dado al Like porque Candela es negra!

-No sé qué decir, pero, Rebeca, yo no soy racista, ni siquiera me había dado cuenta de que…

-¿De qué? ¿En serio me vas a decir que no te habías dado cuenta de que Candela es negra?

-No, no, claro que me he dado cuenta de que Candela es negra, de lo que no me había dado cuenta es de que no le había dado al Like a esa foto…

-No me tomes por imbécil. O sea le das al Like a todas mis fotos, cada día, desde que nos conocemos, a doscientas trece fotos y se te pasa justo esta, ¡qué casualidad! -dijo totalmente indignada. Tomó aire, apagó el cigarrillo bajo la suela de sus zapatos y dejó ir lo que llevaba dentro-: Mira, yo pensaba que éramos amigos… es más, pensaba que te gustaba, porque siempre me dabas Like a todas las fotos y ya se sabe lo que es un Like, que según cómo puede ser algo más… y yo, tonta de mí, hasta me había hecho ilusiones…

-Pero, Rebeca, si yo sí…

-Déjame terminar. Lo que quiero decir es que…

-Un momento -le interrumpí dándome cuenta de algo. Cogí su teléfono y comprobé la fecha de la foto. La foto había sido tomada el 7 de junio. Como un fogonazo que iluminó mi cara, fue entonces cuando comprendí qué es lo que había ocurrido-. Rebeca, ¿sabes por qué no le di al Like a esa foto?

-No quiero oír ninguna explicación, tengo el corazón roto para escuchar ninguna excusa barata…

-Rebeca. Mira.

Entonces, poco a poco, me levanté la camiseta y le dejé ver la cicatriz que cruzaba el costado derecho de mi vientre. Rebeca me miró sorprendida y me preguntó qué era eso. Yo le respondí que el 6 de junio me habían ingresado en el Hospital de Bellvitge con un ataque de apendicitis. El 7 de junio estuve incomunicado, sin batería y tardaron dos días hasta que me dieron el alta.

-No vi tu foto con tu sobrina Candela, que me parece un amor, por cierto. No pude darte Like.

Rebeca se quedó callada. Durante minutos no supo qué decir, de repente se puso colorada, le faltó la respiración y empezó a hiperventilar. La abracé y le dije que no pasaba nada, que un error lo podía tener cualquiera. Me dijo que lo sentía, que lo sentía mucho. Traté de consolarla y le dije que a partir de entonces lo haríamos mejor, subiríamos también las fotos de las cosas malas que nos pasaran para que no tuviéramos que enterarnos así de nuestras circunstancias. Rebeca me pidió entre lágrimas que la perdonara.

-No hay nada que perdonar, Rebeca -le dije con mi cara pegada a la suya.

Cogí su rostro entre mis manos, acerqué mis labios a los suyos y le di un Like.

Todo empezó con un tuit

Todo empezó con un tuit: “No lo soporto cuando me habla con condescendencia”. Apenas obtuvo 3 Favs. Sus 8917 seguidores no entendieron la broma, o pensaron que era una broma sin gracia a pesar de que nunca lo fue. Estaban acostumbrados a sus chistes ingeniosos y juegos de palabras con noticias de la actualidad política, social o deportiva.

Pocos días después, los habituales atardeceres con filtro “valencia” y los videos de sus mascotas fueron sustituidos en instagram por instantáneas que reflejaban otros aspectos de su vida: los platos por fregar, el botón suelto de una camisa deshilachada, la factura de la luz, desglosada paso a paso, incomprensible. Sus estados de Facebook empezaron a relatar cosas que preocuparon a sus casi 816 amigos: “Hace ocho meses que no veo a mi madre, y no, no la echo de menos”, o “Esperando en la cola del súper he sentido deseo por un señor mayor; durante unos segundos he fantaseado con la idea de hacerle una paja en la sección de los congelados”.

Algunos de sus amigos empezaron a escribirle mensajes directos por twitter y a abrirle chats en Facebook preguntándole qué le pasaba. Alguno le envío un emoticono tratando de animarla. Otros le hicieron preguntas por whatsapp: “¿qué te pasa, tía? ¿Estás bien? Últimamente todo lo que cuelgas es mierda. Te veo rara. Has vuelto a comer carne, ¿verdad? No eres la misma de antes”.

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Ella trató de defenderse: no le pasaba nada especial, seguía siendo la misma chica de siempre, les pidió que no se preocuparan. Pero sus amigos no la entendían. Abrieron un grupo de whatsapp (Help Sandra) para hablar de ella a sus espaldas y buscar una solución.

Carla: No entiendo nada de lo que dice.

Rosa: Está muy amargada.

Ana: No es para nada la persona que era antes.

Pablo: Echo de menos a mi amiga.

María: La gente cambia.

Pablo: Estaría bien quedar con ella y decírselo a la cara.

Carla: ¿Le preparamos una encerrona?

María: Que sea la semana que viene. Esta la tengo liadísima.

Ana: Yo voy a decirle algo ya, ni que sea por chat de Facebook.

Pablo: No la aprietes que es muy orgullosa.

Ana: No lo haré. La conozco bien.

-Tenemos que hablar -le escribió Ana en un chat-. No puedes seguir subiendo esa basura. Estás empezando a preocuparme y lo que es peor, estás empezando a preocuparnos a todos.

-¿A todos? ¿Quiénes son todos? –preguntó Sandra.

-Todos son todos. Todos te ven fatal y todos están de acuerdo en que te vendría bien algo de ayuda. ¿Has pensado hacer terapia?

-No. No quiero hacer terapia. No tengo ningún problema.

-Te conozco bien y te estás equivocando: sí tienes un problema –le dijo Ana-. Me tengo que ir, que se me ha descargado ya el capítulo. Dime algo por aquí si quieres hablar… XXX

Después de darle muchas vueltas, y dándose cuenta de que las últimas semanas había conseguido preocupar involuntariamente a sus amigos, Sandra decidió subir un post dónde explicaba lo siguiente:

Me he dado cuenta de que paso más tiempo de mi vida con vosotros por aquí, compartiendo estados de Facebook, tuits y fotos de instagram. También me he dado cuenta de que me sentía mal, vacía y falsa. Porque os he estado ocultando cosas. Hasta ahora sólo compartía aquello que os podía parecer bonito, susceptible de arrancaros un like, y escondía las cosas naturales, normales y desgraciadas de mi cotidianidad. Había empezado a sentir que os estaba mintiendo, que era un fraude con todos vosotros: mis amigos. Como ya casi nunca nos vemos (si no hay una pantalla de por medio,) no quiero que penséis que todo lo que me ocurre tiene el filtro valencia, mayfair, o rise. Hay cosas que son una mierda y quiero compartirlas con todos vosotros. Porque no quiero que penséis que vuestras cosas que son una mierda sólo os ocurren a vosotros, nos ocurren a todos, y no quiero que os sintáis igual de miserables que yo cuando las ocultáis. Eso es todo. Os quiero. Sandra”.

El post de Sandra obtuvo 211 Likes. Fue compartido 16 veces. En Twiter obtuvo: 25 RT y 87 Favs. Todos sus amigos abandonaron el grupo de whatsapp (Help Sandra), algunos aliviados, otros más confundidos.

Ninguno quedó con ella para tomar un café.

Personajes

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La diferencia entre persona y personaje nunca ha sido tan compleja como lo es en la actualidad. Si ya resultaba confuso diferenciar el ente real del ente ficticio en los programas de tele-realidad, todo se enreda cuando las fronteras entre la ficción y la realidad se difuminan. Antes teníamos una pantalla de televisión que nos delimitaba claramente las fronteras (ellos y nosotros/personajes y espectadores) ahora el mundo está lleno de pantallas. Nuestra realidad es una continua híper-conexión en la que enviamos mensajes, ideas, pensamientos, imágenes, vídeos e historias en diversos formatos, a través de diversos canales, todo el tiempo.

¿Cómo diferenciar cuándo se es una persona y cuando se es un personaje? En mayor o menor medida todos jugamos al juego del enmascaramiento en que estilizamos nuestra persona y nos convertimos en personaje, sin necesidad de que haya pantallas de por medio. Siempre ha existido un elemento dinamizador del mensaje cuando se juega en la convención de la ficción. Y todos parecemos menos vulnerables a la vida en ese contexto, como si en algún punto de nuestras vidas pudiéramos cambiar de rol, de serie, o de canal.

La ficción ha terminado por comerse la realidad hasta el punto de que todas las personas actuamos como si fuéramos personajes. Asumimos nuestros distintos roles en nuestras distintas realidades y juzgamos y somos juzgados como tales. Que la auto-ficción esté tan de moda no es más que un síntoma de la búsqueda incesante de verdad y al mismo tiempo de la necesidad incesante de máscaras. Quizás porque para contar una verdad, la mejor forma de hacerlo sea con una mentira y para contar una mentira nada mejor que hacerla pasar por una verdad (autobiográfica). Tal vez en algún momento nos demos cuenta de que la verdad no existe, o que al menos, existen tantas verdades como personas y puntos de vista; que la prisión de un personaje, sin complejidad, sin matices, voluble y cambiante no es lo que nos merecemos como personas. Porque las personas somos muchas cosas, para empezar nuestras circunstancias, y hay muchas personas dentro de una misma persona. Conocemos a la gente o creemos conocerla a través de su mensaje, de su ficción, de su personaje, de su twitter, de su máscara, que es lo mismo que no conocerlo.

Saludar

Conversación de whatsapp entre dos amigas:

-Te he visto esta tarde en la Fnac, ¿eras tú?

-Sí, ¡era yo!

-¡Lo sabía! ¡Te has dejado el pelo largo, te queda muy bien!

-Gracias, ¿por qué no me has dicho nada?

-No sé…

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Hacía tiempo que las dos amigas no se veían. Una piensa que hace unos seis o sietes meses; la otra piensa que quizás un poco más. En realidad, hace casi dos años que no se ven, pero ninguna de las dos tiene la sensación de que haya pasado tanto tiempo. Una tiene un blog de moda que la otra consulta; la otra cuelga cada semana un video con recomendaciones literarias en su canal de youtube que la otra mira sin pestañear. Cada día se retuitean en twitter. Se enteran de su vida en facebook y saben hasta lo que comen gracias a instagram. Están hiperconectadas la una con la otra, pero hace mucho tiempo que no se sientan a tomar una cerveza, charlar o ir de compras. Ninguna de las dos se pregunta si lo echan de menos.

¿Por qué no se saludaron cuando tuvieron la oportunidad en la Fnac? Una la vio sí, pero estaba demasiado lejos para acercarse hasta ella. La otra fingió que no la veía y se alejó poco a poco de la primera dificultando toda la maniobra. Las dos evitaron la embarazosa incomodidad de saludarse. Quizás las dos sintieron que exponían demasiado del pequeño abismo que separa la identidad virtual de la identidad real. Quizás no querían sentirse excesivamente vulnerables aquella tarde. A ambas les resultó mucho más cómodo y menos invasivo escribirse un mensaje de texto.

Su amistad no es ni mejor, ni peor, simplemente ahora es así.

Pelucas

Después de que el Barça cayera eliminado de la Champions, Andrés Iniesta lloraba en el autobús desconsolado y Dani Alves subía este video a Instagram:

Al día siguiente a Dani Alves le cayeron hostias como panes. No podía ser que después de la tristeza y la rabia de que nos eliminara el Atleti él no compartiera su tristeza y su rabia con todos nosotros. ¿Por qué Dani Alves no va de luto? ¿Por qué Dani Alves no es un agonías como nosotros? ¿Por qué nosotros no nos podemos poner una peluca, impostar voz de falsete y exclamar que tan sólo era un partido de fútbol y que viva el amor?

En nuestra escala de valores tenemos el peso de una cultura de mierda. Una cultura que nos dice que la vida tiene que ser dura, que este valle de lágrimas nos exige un sacrificio tras otro, que para que algo valga la pena tiene que doler. Está en nuestro ADN ir en contra de la alegría. Tenemos una cultura equivocada que nos auto-exige estar haciendo horas calentando la silla, minimizar la ventana en cuanto entra el jefe, vestir de negro cuando se nos muere alguien, llevar un pedazo de muñeco de madera que pesa un quintal a la espalda para demostrarle al vecino tu fe… Todo ello tan productivo, todo ello tan agonías, todo ello tan estúpido. ¿Qué pasa si Dani Alves en su tiempo libre le da por vestirse de mujer? ¿Acaso no está en su derecho? ¿Está obligado Dani Alves a ser un ejemplo dentro y fuera del campo? Quizás necesitamos héroes con un poco más de educación, cultura y saber estar. Héroes que no respondan con machismo a las periodistas. Héroes que no respondan con la chulería del que se cree intocable en las ruedas de prensa.

Quizás estamos buscando héroes en el lugar equivocado.