Héroes modernos

The Imitation Game explica la historia del criptoanalista Alan Turing responsable de descifrar los códigos de la máquina Enigma de la Alemania Nazi. Este hecho fue crucial para la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial. TIG es una película correcta sobre héroes “incorrectos”. Una de esas producciones solventes y bienintencionadas, que explican una historia crucial para la humanidad.

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La historia se centra en el conflicto moral de dejar morir a unos cuantos para salvar a unos muchos. Es decir, el conflicto de las grandes decisiones que siempre se toman en las alturas y no en el conflicto a ras de suelo de los mortales ciudadanos llamados a leva. No es casual que el cine comercial mainstream recoja esa tradición de historias que explican las vidas de los generales, en lugar de las de los pobres soldados. El cine comercial mainstream sigue apostando por esas grandes epopeyas como si los reyes continuaran siendo los importantes y no sus vasallos.

El personaje que interpreta Cumberbacht, que no deja de ser un vasallo al servicio de los reyes, es también una especie de Merlín, un sabio con una magia que es capaz de detener la guerra y reducir exponencialmente sus consecuencias. Si la historia y la sociedad occidental fuera como debiera, no habríamos tardado 70 años en hacer de Turing un héroe. Y sin embargo, la película -muy dulcificada- explica su triste historia: muriendo solo, apestado, sin el menor reconocimiento, castrado químicamente por su homosexualidad, su diferencia, su “enfermedad”.

¿Qué clases de héroes construimos? ¿Qué clases de héroes merecemos? ¿Qué trato les damos a los héroes? Podríamos pensar que 70 años más tarde, hemos evolucionado algo. Pero basta con echar un vistazo a los héroes que diariamente ocupan horas de televisión y radio, y encabezan las portadas de los diarios digitales con sus gestas. Nuestros héroes no son gente que haga cosas realmente extraordinarias, que salven vidas y mejoren la vida de la gente. ¿Cuántos Marie Curie, cuántos Ramón y Cajal, cuántos Picassos, cuántos Cervantes, cuántos Turings anónimos hay ahora en el mundo? ¿Y cuántos seguidores de Twitter tienen? Porque así es cómo ahora valoramos a las personas.

Sin embargo, nos da igual lo que hagan nuestros héroes modernos fuera de su ámbito profesional. Mientras rindan con sus gestas, mientras hagan su trabajo allá donde toca, nos da igual su falta de educación, sus formas, su (in)cultura; si desprecian a los periodistas y les insultan en ruedas de prensa; nos importa un pepino si (nos) defraudan a hacienda; celebramos que golpeen a sus novias; nos la suda si se follan a menores en orgías concertadas por productores de cine X metidos a criminales y a la trata de blancas. Son deportistas, son héroes, y como tales, tienen absoluta impunidad.

Parece que esas son nuestras guerras modernas y nos da igual la «enfermedad” de nuestros héroes con tal de que las ganen por nosotros.

Pelucas

Después de que el Barça cayera eliminado de la Champions, Andrés Iniesta lloraba en el autobús desconsolado y Dani Alves subía este video a Instagram:

Al día siguiente a Dani Alves le cayeron hostias como panes. No podía ser que después de la tristeza y la rabia de que nos eliminara el Atleti él no compartiera su tristeza y su rabia con todos nosotros. ¿Por qué Dani Alves no va de luto? ¿Por qué Dani Alves no es un agonías como nosotros? ¿Por qué nosotros no nos podemos poner una peluca, impostar voz de falsete y exclamar que tan sólo era un partido de fútbol y que viva el amor?

En nuestra escala de valores tenemos el peso de una cultura de mierda. Una cultura que nos dice que la vida tiene que ser dura, que este valle de lágrimas nos exige un sacrificio tras otro, que para que algo valga la pena tiene que doler. Está en nuestro ADN ir en contra de la alegría. Tenemos una cultura equivocada que nos auto-exige estar haciendo horas calentando la silla, minimizar la ventana en cuanto entra el jefe, vestir de negro cuando se nos muere alguien, llevar un pedazo de muñeco de madera que pesa un quintal a la espalda para demostrarle al vecino tu fe… Todo ello tan productivo, todo ello tan agonías, todo ello tan estúpido. ¿Qué pasa si Dani Alves en su tiempo libre le da por vestirse de mujer? ¿Acaso no está en su derecho? ¿Está obligado Dani Alves a ser un ejemplo dentro y fuera del campo? Quizás necesitamos héroes con un poco más de educación, cultura y saber estar. Héroes que no respondan con machismo a las periodistas. Héroes que no respondan con la chulería del que se cree intocable en las ruedas de prensa.

Quizás estamos buscando héroes en el lugar equivocado.