Maite Rico y Guillermo Toledo

En su artículo «La mala entraña«, Maite Rico dice muchas cosas sobre Guillermo Toledo. Algunas son aceptables y otras no lo son en absoluto.

El artículo aquí:

http://elpais.com/elpais/2016/08/23/opinion/1471976083_695929.html

No es aceptable imaginar cómo fue la llegada de Guillermo Toledo a Cuba con «parabienes de la dictadura» para condicionar ideológicamente al lector. Eso no es periodismo. Tampoco es aceptable congratularse por los momentos de «emoción colectiva y la alegría» de la medalla olímpica del deportista y olvidar los momentos de «emoción colectiva y alegría» que la carrera de Guillermo Toledo nos ha dado. Tampoco es periodismo afirmar que Ortega “con 25 años ha destacado ya mucho más en su profesión que Toledo en la suya, y eso que le dobla la edad”. Maite Rico olvida a propósito su participación en la serie 7 vidas, en las películas El otro lado de la cama, sus monólogos en El club de la comedia, o (si de cuantificar lo intangible va la cosa) sus nominaciones a los Premios Goya, Unión de Actores, o Fotogramas de Plata, por no decir de los montajes teatrales que la compañía Animalario viene realizando desde que la fundó.

¿O acaso esos no eran momentos de emoción y alegría colectiva? ¿Acaso hay momentos de emoción y alegría de primera y de segunda? ¿La emoción y la alegría colectiva que emana del deporte es mejor que la alegría y emoción colectiva que emana de las artes? Es esa la tesis que subyace en el texto de Maite Rico.

Este es el texto de Guillermo Toledo:

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No estoy de acuerdo en muchas de las afirmaciones políticas del señor Toledo, faltaría más, algunas incluso me parecen ofensivas y no creo que estuviera nada acertado, sin embargo, estoy completamente de acuerdo en su punto de vista acerca de cómo se compra la alegría y emoción nacional para unos juegos olímpicos y como el capitalismo pervierte todo lo que toca, incluido los valores olímpicos. Emoción y alegría nacional, carne de telediario.

Finalmente, el texto en frío de Maite Rico es muy lamentable. No es digno de una cabecera como El País. Aunque día tras día, El País es más y más indigno con su memoria. Terminar el texto valorando que la cuenta parodia @WillyTolerdoo tenga 10.000 seguidores más en Twitter que el verdadero Guillermo Toledo nos desnuda la estúpida escala de valores de Maite Rico.

Por cierto,@WillyToledo2012 tiene 8779 seguidores. @maiterico tiene 2171.

Eso sí, Guillermo Toledo los tiene sin haber publicado un solo tuit.

El relato de los números

La madrugada del domingo al lunes, Lebron James ganaba su tercer anillo de campeón de la NBA. Lebron ha disputado 7 finales, y hasta el momento su record queda establecido en 3 victorias por 4 derrotas, lejos de las 6 victorias de Michael Jordan, lejos de los seis, siete, ocho, nueve… anillos que prometió a su llegada a Miami. Su promedio en estas finales a 7 partidos contra los Golden State Warriors han sido de 29,7 puntos; 11,3 rebotes; 8,9 asistencias; 2,6 robos y 2,3 tapones.

Esos son los números.

Aunque esos números son una realidad, no explican cómo ha cambiado nuestra percepción de Lebron James. Porque si bien es cierto que la realidad no existe y que es una convención de la que nos dotamos, sí existe el significado que le damos a la percepción de esa realidad. Y la percepción del número 23 de los Cavs ha cambiado en todos nosotros porque su historia, su relato ha cambiado.

-Primero se nos contó la historia de The chosen one, el elegido, aquel que iba a destronar a Michael Jordan del olimpo de los dioses del baloncesto. Los que crecimos con el número 23 de los Bulls odiamos un relato que atentaba contra la nostalgia de nuestra juventud. Por eso odiamos a Lebron James y jaleamos sus derrotas en las finales.

-Cuando la historia de Lebron tomó rumbo a Miami previo paso por el show televisivo de The decision, lo odiamos todavía más: se convirtió en un personaje despreciable, mercenario, arrogante y ambicioso que ansiaba el anillo por encima de todas las cosas. Representaba el valor del dinero por encima del amor a los colores.

-Cuando ganó por fin sus primeros 2 anillos consecutivos nos dolió reconocer la superioridad de sus números, y siempre, siempre fuimos con el equipo que compitiera contra él en las finales. Podía ser un gran jugador de baloncesto, no cabía duda al respecto, pero no era nuestro héroe, no amábamos su relato.

-Sonreímos cuando los vetustos Spurs de Tim Duncan, Ginóbili y Parker les barrieron con el mejor basket que se ha visto nunca. No sólo nos gustó sino que además nos pareció acertado el relato de equipo built contra equipo bought. Fundamentos contra dinero. Experiencia contra arrogancia. Talento contra músculo. Ese relato nos gustaba, ese relato nos emocionaba, ese relato era baloncesto en estado puro.

-Lebron volvió a perder una nueva final contra Curry y los GSW cuyo juego abierto, nuevo, alegre y diferente cambiaba la concepción del baloncesto a un small ball. El relato de los de Oakland era más democrático, más universal, más de todos nosotros.

Parecía el principio de una dinastía y el final definitivo del Rey destronado.

Sin embargo, la percepción de la realidad del personaje de Lebron había empezado a cambiar. Un año antes, Lebron había decidido volver a casa, sin excesivas garantías de que el cambio fuera a mejor, con el único propósito de ganar un anillo de campeón para su gente, para Cleveland, para Ohio; uno de los Estados más pobres y deprimidos de América. Por primera vez en unas finales, no queríamos que Lebron perdiera, no queríamos verle humillado, y empezó a parecernos que el baloncesto estaba siendo poco generoso con el personaje.

Sus números seguían ahí, pero su relato era distinto, había dejado de ser un personaje arrogante para convertirse en un redentor. Su relato nos era más cercano, más suave, más positivo. Aunque esa no fuera la realidad, porque la realidad no existe, esa fue nuestra percepción, y de todos es sabido que las cosas ocurren no por la «fuerza de los números», sino por la fuerza del relato.

Sólo tres cositas-XI

Primera cosita: En ocasiones me gusta ir a las bibliotecas. Suelo ir con el firme propósito de documentarme para algún texto que estoy escribiendo, pero en realidad todo lo que puedo encontrar allí ya está en Internet. Lo que realmente me gusta de las bibliotecas es el sonido. Ese silencio respetuoso, ese hablar bajito, no tanto para no molestar como para que no parezca que lo que dices no está a la altura del silencio. Sin embargo el otro día me encontré a dos señores hablando en voz baja mientras leían un MARCA periódico deportivo. Hablaban de la Final de la Champions que ganó anoche el Barça. Discutían, no sobre el partido, sino sobre si era legítimo estar en una biblioteca hablando de fútbol y si los periódicos deportivos merecían tener un espacio en las mesas de lectura. En definitiva, se debatían apasionadamente y en voz baja sobre una gran cuestión: ¿es el fútbol cultura?

Uno de ellos no lo tenía demasiado claro, y fue a buscar el diccionario de la RAE donde definen la cultura como «conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo«.

-Según la RAE, por tanto, el fútbol no debería ser cultura, a esos chicos les dan un balón con doce años y los apartan de la lectura, el estudio y el trabajo -dijo. El otro respondía: «sí, pero leen los partidos, estudian a los rivales, y trabajan todos los días en sesiones dobles de entrenamiento». Argumentaba incluso, que a veces, el fútbol podía ser un arte. Messi, decía. Messi, apostillaba. Su compañero argumentó, de manera definitiva, que Velázquez, Goya, Schopenhauer, Kafka, Spielberg, o Beethoven nunca hicieron el pena de esta guisa:

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El fútbol es cultura. Las ruas no. 

Segunda cosita: Lo que seguro que es cultura CULTURA es el primer largometraje como guionista y directora de la actriz Leticia Dolera: Requisitos para ser una persona normal. Se estrenó el pasado jueves y es una historia deliciosa, muy bien narrada, sobre las cosas que necesitamos para ser felices y las que no. Todo en la película es un homenaje al ser humano, a nuestras complejidades emocionales, a nuestras contradicciones y a conocerse a uno mismo para saber qué es lo que realmente necesitamos para estar a gusto con lo que somos y podemos llegar a ser. La peli tiene un feel good contagioso y está ejecutada con maestría. El guión está lleno de inteligencia, la puesta en escena es sobria y buen rollera al mismo tiempo, y no hay un sólo actor que no esté tremendo. En especial, Miki Esparbé que va haciendo números para dejar de ser nuestro amigo porque tiene la agenda tan ocupada bordando los mejores papeles de nuestra ficción que ya no tiene tiempo de leerse ese texto que has escrito para él. Ya ni hablemos de quedar para tomarse unas cañas.

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Esto sí es CULTURA.

Tercera cosita: No me gustaría estar en el pellejo del director creativo de la agencia de publicidad que lleva a esta marca:

A que acojona.

Sólo tres cositas-X

Primera cosita: El otro día me apetecía pizza. Y lo mejor de todo es que el grupo de gente con el que estaba tomando una cerveza en una terraza barcelonesa, también les apetecía cenar una buena pizza. No sé qué tiene la pizza que a todos pone de acuerdo: siempre apetece pizza. El problema empezó cuando alguien dijo de ir a un sitio, otro comentó de un lugar del que le habían hablado muy bien, incluso yo metí cizaña aportando mi restaurante italiano favorito. Empezamos entonces una espiral del dolor y el hambre en que el tiempo se detuvo (pero nuestras tripas no) y no nos poníamos de acuerdo en dónde ir a cenar. Entonces, como por arte de magia levanté la voz y dije: «vamos a ir dónde os he dicho, es la mejor pizza de Barcelona«.

De repente, todos callaron. Empezaron a sacar su dinero para pagar las cañas y empezamos a desfilar como si fuésemos zombis hacia ese lugar dónde según mi opinión hacen las mejores pizzas de Barcelona. Nadie dudó ni un instante de que fuera el mejor lugar, pero yo era muy consciente de que NO tenía la certeza de que lo fuera. Aunque me gusta mucho la pizza, no he ido a todos los lugares de la ciudad donde la sirven. Y aunque así fuera, imaginemos por un momento que dedicara todo mi tiempo libre a probar todos los establecimientos de Barcelona donde tienen pizza en la carta o el menú, siempre me quedaría la duda de si en las casas privadas de mis conciudadanos se cocina una pizza mejor. La fórmula: «la mejor de Barcelona» es un hechizo mágico que sirve para terminar cualquier discusión que se alarga demasiado. Es un truco de mago barato, inapropiado y de indecente uso. Pido perdón por utilizarlo y espero que mis amigos no me lo tengan en cuenta en un futuro.

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Lo siento, tenía hambre.

Segunda cosita: La primera temporada de The Americans supuso una sorpresa. La segunda temporada fue la de la consolidación. La tercera temporada la ha colocado en la cumbre de las series que actualmente están en emisión. Su densidad emocional, el buen pulso que tienen sus tramas, las dobles caras y vuelcos de identidades, los recursos propios del género de espías, la riqueza de los personajes, y la familia como metáfora del espionaje -siempre cargada de secretos y mentiras- conforman una serie que entretiene y consigue hacer un repaso histórico por un periodo político cercano y al mismo tiempo lejano. Ahora que nos vamos quedando huérfanos de series que se despiden, The Americans ha venido como un relevo sofisticado e inteligente para que no nos sintamos tan solos.

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The Americans se emite en Fox.

Tercera cosita: Tras cenar pizza me sentí gordo y culpable, ergo fui al gimnasio. Mientras me calzaba las zapatillas y me quitaba el rímel escuché una conversación entre dos chicos muy normales, con estudios, nada canis:

-¿Sabes si practicar sexo antes de hacer ejercicio es bueno o malo para el rendimiento deportivo posterior?

-Depende de si es aeróbico o anaeróbico.

-Claro.

La respuesta me dejó muy gilipollas. ¿Como que depende de si es aeróbico o anaeróbico? O sea, pero qué hostia tenéis,  ¿cómo es posible que os importe más el rendimiento deportivo posterior que practicar sexo? Y por último, ¿a qué se referían con lo de que depende si es aeróbico o anaeróbico: a la práctica deportiva o a la sesión de sexo?

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Reflexionemos.